La primera vez que el "tipo"
tocó la pelota, todos lo aplaudieron, porque sabían quién era, sabían de
aquella hazaña en el 98 y 99, sabían de aquel golazo en Maracaibo desde unos 40
metros, o de aquel gol en el Soto Rosa de casi 70 metros. Y los aplausos no
fueron simples, ni pálidos, ¡no!, fueron aplausos jolgoriosos, de gratitud
porque, después de casi dos décadas aún era ídolo.
“Como dije ayer”, recordó el líder
sudafricano Nelson Mandela en su primer discurso, luego de más de 20 años en la
cárcel. Porque el tipo o los tipos, no rompieron los lazos de aquella semilla
gloriosa cuando se alejaron o los alejó el destino. Y los que
vivimos aquella época gloriosa de Estudiantes de Mérida, mantenemos aquella
historia fresca, la mantenemos viva, aún con piel de gallina como los
argentinos mantienen la de Maradona, los uruguayos la del Maracanazo, y aunque
algunos dicen que no se vive de la historia, explíquenme ¿Cómo se vive sin
ella?
Ese tipo, chiquito, con aquel acento
que no nos permite ni siquiera imaginar por un segundo que no es sureño,
irreverente con la pelota, con los gestos, recibió un sinfín de aplausos aquel
día. Un amigo de esos que van a la ciudad y al estadio por algo diferente a los
del resto, me pregunta, ¿por qué le aplauden? en mi apuro por continuar viendo
lo que pasaba después de ese gesto técnico que despertó al unísono a la tribuna
con ese aplauso, le dije es Martín Brignani, el nuevo Técnico del
equipo. Por lo visto, no todos sabían quién era el nuevo técnico,
pero él mismo se iba a encargar que todo el continente, supiera quien era, y lo
logró.
Por dos años y
medio, Martín Brignani se encargó de revivir aquella época de los 90, pero
seamos sinceros, no fue la misma. Las condiciones y la dinámica eran totalmente
diferentes, pero no por eso fueron logros invisibles. Tres participaciones
internacionales entre ella dos en Copa Sudamericana y una en Libertadores.
Además de eso se pudo conseguir el ansiado campeonato Clausura 2019 y un récord
poco valorado o desconocido, pero fue el segundo equipo del continente anotando
gol en fechas consecutivas durante 2018, un renglón encabezado por Peñarol de
Uruguay, por encima de argentinos, brasileños, colombianos, mexicanos con su
historia y sus chequeras.
En una entrevista con Brignani, que
para mí fue una conversación con matices de gratitud y respeto. Nos contó que
estuvo a punto de ser jugador de la selección Venezuela, en proceso de
nacionalizarse, por requerimiento del técnico de la época Omar Pastoriza, pero
que “el pato” como se le conocía a Pastoriza, le dijo claramente, que tenía a
un jugador venezolano en esa posición y que, si este rendía, la prioridad era
para el futbolista local, con en su defecto ocurrió.
Cuando
Brignani lo contó, se le vio la ilusión que pudo haber tenido, pero también se
notó claramente de acuerdo con la decisión del “pato”. Para mí, ese gesto de
entendimiento e ilusión, pero también de respeto por parte de ambos argentinos
para con aquel jugador venezolano y Venezuela, es el gran gesto de reciprocidad
y agradecimiento que ambos pudieron tener con el fútbol nacional.
Me provocó
aplaudirles, me contuve como gol con el VAR, pero hay aplausos que van por
dentro, hay aplausos que quedan en la memoria, en lo que definió Freud como el “Psiquis
consciente”, pero seamos claro, otros aplausos jolgoriosos no, porque estoy
seguro que se escuchan en las tribunas del Soto Rosa los gritos de aquel gol de
70 metros, aún suenan los aplausos, como lluvia de abril, del día del debut
cuando el público aplaudió aquel cabezazo de Martín, de un tipo, que se fue
ídolo y 20 años después, se fue más ídolo que nunca.