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jueves, 8 de diciembre de 2016

Doctor mi diagnóstico es mortal

Me lo tomo como un juego. Sí, como un juego, no le pongo ni un ápice de realismo, porque la suerte cambia y dios escucha, aunque nos pareciera que a veces de manera tardía. Wayne Dyer dice que la muerte siempre nos acompaña, que está sobre nuestros hombros, pero interpreté que también el éxito y la felicidad están a la misma distancia.

No quiero invocarla, pero me está pasando. Mi diagnóstico no es el mejor. Visito médicos y nadie consigue entenderme, me mandan medicinas como para decir que aportaron un grano de arena, pero ya tengo un desierto. Créanme, la majestuosidad el Desierto del Sahara será pasado cuando yo muestre mi compendio de granos de arena.

Los exámenes de descarte reflejan que todo está normal, eso no me alegra, en serio, eso me aturde porque sé que no estoy bien. Cuando me pongo a pensar en ello empiezo a sentir los síntomas, algunos dicen que mi dolor de cabeza es psicológico, otros que son gases. Cuando no puedo segregar saliva lo atañen a un virus que pronto pasará, pero no, no pasa, mi patología dice que allí está, que no ha cesado.

No le cuento a mi madre porque se preocuparía, y seguramente comenzaría a echar camándula para que yo no sufriera, a invocar a dios y a sus santos para que todo saliera bien, como lo hizo aquella tarde, un día después de que caímos ante Cerro porteño en los cuartos de final de Copa Libertadores en el 99. Mi tía Ángela, compañera de vida y de mil novenarios,  hoy en el cielo, se reía, no lo entendía. Mi mamá y yo no, sólo nos lamentamos y mi madre cerró ese episodio diciendo que por eso a ella no le gustaban esos juegos, porque cuando perdía daba tristeza.

Mi esposa, es como los doctores, no me entiende. Le comento poco, o quizás nada, porque con tantas angustias diarias, agregar una que no está del todo clara, es como preocuparse porque un meteorito golpeará marte. Finalmente opté por no visitar mas médicos, no es que no crea en su capacidad, no, para nada. Pero por un lado no dan con un diagnóstico real, segundo me mandan a tomar diferentes medicamentos con tal de que no me vaya del consultorio sin un récipe. Por otro lado no encuentro algunos medicamentos y los que estoy comprando siento que le pueden servir a alguien que realmente los necesite, yo no, lo mío es otra cosa.

Y está decisión tan tajante y radical viene dada por el último episodio en un consultorio de Medicina general. Llego y el doctor me manda a sentar. No espere a que me preguntara ¿Cuénteme? ¿Qué le pasa?, Porque siempre me han recibido así y por lo tanto empecé a hablar sin mas preámbulo. Le dije: Doctor, la verdad le voy a hablar sin rodeos porque ya estoy cansado de repetir tantas veces esto. Siento que estoy en el lugar equivocado. El tipo frunció los ojos, y yo le dije, no doctor, tranquilo, no sé si lo mío es con un especialistas o que tan bueno sea usted en medicina general. El tipo, levantó la cara y un poco mas la voz, muy bueno me replicó. Perfecto gracias, le dije como para bajar los ánimos.

Sabes pensé en hacer unas diligencias para tratarme en el exterior, pero la verdad, el tema económico sale a relucir. El doctor me dijo, “Claro, sin duda” Pero ¿Qué es lo que tiene?. Sinceramente no les presté atención a su pregunta, fuí un completo maleducado, lo sé. Y seguí diciendo pensé en irme a tratar a Brasil o Argentina, no sé, un país con más tradición. ¿Tradición me dijo el doctor? – y levantó aún mas la voz diciendo- La medicina con mas adelantos está en Estados Unidos y Europa ¿Qué tiene que ver la tradición? me dijo el batiblanca, obviamente ya desencajado conmigo como paciente, manoteando porque su investidura y su consultorio habían sido vulnerados por un personaje que a lo mejor quería simplemente  plantear hacer una vueltica para cobrar el seguro o algo así, no sé cómo me había tomado.

Empiezo a mirar alrededor del consultorio como para ver si le comentaba o no, para despejar la duda y accedí. Ok, doctor. Me pasa lo siguiente. El tipo baja su ánimo, pero su cara seguía siendo como la de aquel futbolista que recibe una patada certera donde mas duele y el jugador que lo atacó, lo conoce y  amablemente lo levanta y le pide disculpas. Es que veo una cosa  y me dicen otra, ¿Daltonismo me dice el tipo? mostrando sus conocimientos sin mas que con un comentario, le interrumpo y le digo: no doctor, le explico: Hace algunos meses me dijeron que mi equipo había sido vendido y que los nuevos dueños iban a estructurarlo de tal manera que íbamos al octogonal, que íbamos a llenar el estadio, que íbamos a tener partidos internacionales, y que íbamos a jugar torneos internacionales.

Siento que el tipo, casi me agarra por el cuello, pero me imagino que ya están acostumbrados a diagnósticos raros. Continúe, me dijo el doctor. Yo, tomo aire y le digo. Eso lo dijeron hace algunos meses, pero a partir de allí el equipo fue deportivamente lo mismo. Peleamos por no ir a segunda división, aunque la gasolina les hizo soñar a algunos por entrar al octogonal, yo nunca lo vi tan claro.

Hoy doctor, en plena pretemporada, sigo escuchando cosas maravillosas de parte de algunos directivos y de algunas personas. Pero mi mal doctor, está aquí. Yo no veo lo que escucho, mi mal es irreversible y la creo que muerte me espera.