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domingo, 24 de abril de 2016

El suéter de navidad


El clima en Mérida es tan cambiante como el fútbol en si, empiezas atacando, dominando la pelota, teniendo las mejores oportunidades, mas tiros libres y de repente, esa sensación de triunfo que respirábamos en los primeros 5 minutos, se esfuman y terminamos buscando culpables una y otra vez.



“Hay nevada” dice la gente, y toma su mejor sueter, llama a un amigo que tenga carro para asegurar el transporte, la comodidad y toma vía páramo. El fenomeno del niño nos ataca por todas partes, se va la luz, no podemos ver TV, no podemos usar la computadora, se paran las clases. El Niño provoca que los mas tímidos conductores muestren su cara de aficionado frustrado por la derrota cuando se colapsa el trafico por la ausencia de luz. El fenómeno climático iba a hacerse presente en nuestra ciudad y antes de tomar rumbo al estadio, los aficionados buscaban su mejor indumentaria para apoyar a Estudiantes de Mérida ante Zulia para protegerse del posible chaparrón.



Empece a buscar en mi closet algo que realmente me identificara y que a la vez me protegiera del frio o de la posible lluvia que pudiera caer durante o despues del juego. Mi impermeable es gris, mi sueter de buen abrigo es azul, nada que ver con lo rojiblanco del equipo. Y empecé a indagar de que realmente el equipo pocas o nunca ha colocado sueteres dentro de sus souvenirs de venta para los aficionados. Una Fundación llamada “Amigos de Estudiantes de Merida” a mediados de los 90, que hasta se dio a la tarea de importar dos jugadores brasileños, comenzaron a vender franelas, llaveros y unas chaquetas con el escudo del equipo, me imagino que su desaparicion condeno la idea y nadie la ha retomado para casos como este.



Para esa época y pagando el hecho de ser el menor de la casa, todos los santos diciembres me tocaba junto a mi hermano ponerle un cariñito a la casa. Como buena costumbre andina, a nuestros padres les gustaba recibir la navidad o el nuevo año con la casa pintada. No era un tema de buenas energías o chacras, nada de eso. Era una cuestión cultural, que oliera a pintura cada diciembre para que se mezclara con el olor de las hallacas y a pesebre. Ese olor en particular me anunciaba que venia un nuevo año y bueno tal vez los estrenos, siempre y cuando mi papa “aflojara el codo”. No era tarea fácil.



No recuerdo si mi madre o mi padre soltaron algunos 300 bolívares para los estrenos. Imagínate, recibir el año sin estrenos era como quitar la siempre despreciada aceituna a la hallaca, es decir no me gustaba probarla, pero que no le faltara al guiso, porque de paso también me tocaba hacer las hallacas previo al 24. Camino al centro para que la fajita de billetes me alcanzara hasta para las medias. Entro a un boulevard de esos que por donde camines te ofrecen lo que sea, la idea es vender. Pero tenía que ser muy selectivo porque si perdía la cabeza con esa cantidad de dinero, compraba apenas el par de medias de marca que había visto en Las Tapias. Pensé en un pantalón, una franela y las medias, eso si los zapatos ni los soñara, a menos que pintara la cuadra completa.



Odiaba y aun odio el acoso de los vendedores, no permito que me convenzan y si fueran mudos les comprara la tienda. Por eso cuando mis oídos dejan de escuchar esa frase “a la orden, a la orden”, entro a una tiendita de un señor que mientras yo veía, el comía. No me dijo nada, estaría cansado de tanto repetir la susodicha frase, pero como a mi no me dijo nada, simplemente entre tranquilito. Veo en la parte alta, un suéter bicolor que me llamó la atención, era muy colorido y al probármelo me sentí cómodo la textura, el cordoncito en el cuello. El vendedor me dijo, “bien para ir a los juegos”. Caigo en cuenta y el suéter era blanco y rojo y entendí el comentario. Mi profesora de Mercadeo dijo “no vender el producto sino los beneficios” y el “buhonero” aplicó la herramienta de venta oportunamente.



Compro el mencionado suéter, y lo usaba como aquel chamito de liceo que llevaba “sus tenis” nuevos a su clase. Ese comentario de “que suéter tan bonito” lo escuché mas de una vez, aunque no hiciera gala con el uniforme del liceo. Creo que hubo alguien que me dijo que se lo prestara y eso si, hice lo posible para que me durara la mayor cantidad de tiempo posible. Al principio lo lavaba con jabón azul, los remojaba para cuidar el blanco porque era blanquirojo con rayas horizontales, lo colocaba a secar bajo techo para que el sol no lo quemara, era todo un ritual al ensuciarse y lo cuidaba tanto puesto como una vez usado.



Lo llevé a algunos juegos entre ellos aquel del cuento de Maracaibo. Todo un “gocho” yo, si mi expresión no les molesta, usando un suéter en el Pachencho Romero, ese día si lo usé, sudara lo que sudara. En Mérida, un poco mas calculador no lo hacía cuando el sol era el protagonista.



“Se murió, Estudiantes se murió” era el grito de los aficionado tachirenses cuando, ante Nacional Táchira en San Cristóbal, Estudiantes no lograba sumar la victoria que le daría el campeonato del torneo corto para luego ir a Libertadores. Pero en el último minuto, “el zurdo” Rojas, ese jugador que había saltado al profesional de la mano de Richard Páez con ULA FC y que ahora de la mano del mismo entrenador aunque jugando para Estudiantes de Mérida F.C., anotaba el gol de cabeza para hacer saltar a los aficionados merideños tanto dentro como fuera del Pueblo Nuevo, porque ese ida también fuimos locales en San Cristóbal.



Se comenzaron a escuchar bocinas, pitos, la gente salió a las calles y la algarabía existente hizo que uno de mis primos, nada seguidor del equipo, me dijo que saliéramos a ver la movida. No tenía franela de Estudiantes así que me acordé del buhonero de la 21 y busqué el suéter, ya nadie me lo miraba, estaba un poco llevado y con el cierre dañado a consecuencias del tiempo y la lavadora. Nos fuimos por el centro, y justo cuando se desarrollaba la misa en la catedral, baja la caravana por la avenida 4 y nos detuvimos a ver como la gente pasaba celebrando. No hubo respeto la homilía ni nada por el estilo, la afición estaba celebrando, tenía un grito atrapado por décadas y no había viejita en misa que los callara. “Mi amor regáleme el suerte”, me dice una chama desde una ventana llena de mujeres. La chica, para nada persuasiva agarra su pito y sigue en su plan, mi primo mas maquiavélico que yo, me mira y se ríe, pero allí quedo el cuento. Seguían desfilando carros y un tipo sale con tres billetes en la mano y me grita con tres cervezas encima “Le compro el suéter” yo solo me río, pero el tipo me volvió a decir con voz mas firme pero con la misma algarabía “Le compro el suéter”. “No es mio le respondí”, creo que fue la mejor manera de quitármelo de encima. Se dio media vuelta así como si el efecto de la cerveza se le hubiera pasado y siguió su marcha. Mi primo, con mas ganas de celebrar sin importar quien ganara me dijo “lo van a dejar desnudo por el suéter”.



Con el tiempo, le fui cortando una manga para rellenar una almohada, luego otro retazo para limpiar el polvillo que entraba al cuarto y así se fue diluyendo en el tiempo, tanto la pieza como el recuerdo. Pero no se diluyó del todo, porque al no encontrar algo apropiado en el closet, para abrigarme y protegerme de la lluvia y el frío en el juego ante Zulia FC, también se me viene a la mente que hemos tenido mas de un juego en las manos y se nos han ido, que hemos tenido clasificaciones, copas, semifinal de libertadores, pero se diluyen. Hay quienes dicen que la carrera por el octogonal se perdió,que nos cayó el chaparrón.  Otros sacan calculadora, rosario y preparan rodilla.  Eso si, sea como sea, los cuentos siguen y como alguien dijo, la pelota sigue rodando.Ver el futuro con color rojiblanco.

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lunes, 18 de abril de 2016

Mis recuerdos de abril...


A la hemeroteca deberíamos  cambiarle el nombre y llamarle, no sé, volviendo al pasado, la máquina del tiempo, en fin cualquier juego de palabras que nos dieran a entender que lo que hoy vemos en la prensa, dentro de un par de décadas será risa, anécdota, referencia o como la llamemos.

Hace un par de años, me fuí de tour por las hemerotecas, afortunadamente Mérida goza de esa "oferta" y recuerdo que al visitar la hemeroteca del Edificio Administrativo, un señor bien culto me pregunta, creo que viéndome también cara de culto, “Diario, mes, año y me llenas la ficha”; la verdad no tenia ni idea de por donde empezar, pero si quería leer, buscar anécdotas, datos, cualquier cosa que me deparara el pasado de Estudiantes de Mérida, porque a excepción de un par de libros que hay por ahí, los datos de Damián Cloquell, la desaparecida columna de Pedro Quintero, el museo que hay en el Estadio Metropolitano y las fotos que hay en Valle Hermoso, allá vía Páramo, es muy poco lo que podemos consultar y me disculpan si omito alguna otra fuente, pero ¿si no la dan  a conocer cómo nos enteramos? , es como cuando yo decía que era buen jugador, pero iba a jugar y la pelota se me iba cada vez que iba a caimanear en el Lourdes, y soy claro, no era culpa de los zapatos dos tallas más grandes de mi hermano.

Página par, esos que los mercadólogos dicen que es la menos importante, pero en la parte superior a la izquierda veo que un titular decía algo así como “Estudiantes derrotó a Trujillanos y tomó la punta”. Creo que era un diario caraqueño deportivo de finales de la década de los 90 porque fue allí cuando Estudiantes de Mérida comenzó esa carrera ascendente. No recuerdo exactamente el contenido de  la nota de prensa, pero el titular es mas que elocuente, tomó la punta. Cómo nos ha costado llenar de satisfacciones está afición, hay gente que dice;"pero la gente no acompaña al equipo", "siempre los mismo", pero ¿quien va a ir a un juego en que se juega poco y se aspira a nada? Hay que entender al aficionado, no todos tienen la nobleza del Chapulín Colorado o de las barras para estar allí gritando y aupando a pesar de las tristes campañas.

Hace algunas dos o tres temporadas Estudiantes de Mérida se enfrentaba al Aragua y me fui al estadio Guillermo Soto Rosa, si al Soto Rosa, porque ese juego por un tema de alternabilidad del estadio lo cambiaron del Metropolitano al viejo "Stadium", como decía la primera placa que le daba la bienvenida a la afición. Pero ese día, el Guillermo Soto Rosa, era como una especie de Hemeroteca de recuerdos, de tantas vivencias buenas y malas que ha vivido el fútbol merideño, porque si unimos a ULA y Estudiantes son 4 campeonatos nacionales, los campeonatos amateurs y nacionales juveniles, la visita del Real Madrid, de Rusia, de grandes equipos latinoamericanos desde México hasta Argentina. Descensos de Estudiantes de Mérida y ULA, todo eso ha sido parte de la historia que regenta la réplica del Estadio Mérida en Santa Juana.

Hay gente a quien le gustaba la idea de alternar los estadios, porque era como la idea de no dejar en el olvido dicho recinto y tenerlo como esa llamada hemeroteca. Poco a poco el Metropolitano ha ido guardando buenos y malos recuerdos, va haciendo su propia historia en mas de una década y uno de esos recuerdos agradables que tengo es aquel gol en 2012 de Ronald Ramírez en el tiempo de descuento para empatarle al Carabobo FC y no permitirle que nos relegara a puestos de descenso. El domingo 17 de abril de 2016, de una u otra manera es esa página que de repente aquel diario de finales de década pasada la colocaría en lugares sin importancia para unos, pero para nosotros se convirtió en ese momento en que Estudiantes de Mérida con el triunfo ante el Aragua FC, alcanza puesto de octogonal. Me di cuenta durante el día por medio de la lectura de datos de mi amigo Damian, que ambos hermosos recuerdos tienen 4 años y un día de diferencia. Aquel nos salvó del descenso, el de esta semana simplemente nos coloca en un podio del cual me gustaría que no bajáramos.

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jueves, 14 de abril de 2016

Son uno peseteros


Las manos sudaban, la garganta se transformaba en aquella jugada en la que el balón trastabilla y apenas pasa el medio campo. Miraba a su derecha porque era al único lugar por donde podría salir, se imaginaba al correcaminos y su beep beep y dejar como el coyote a quien venía por la izquierda, como una tromba de tres delanteros contra uno, a aquel comentarista de radio con micrófono en mano, quien uno a uno demandaba a los aficionados presentes en la fila, sus impresiones sobre ese Mineros de Guayana. Pero el era el único aficionado niño, no sabia si lo entrevistaría o no, pero el nerviosismo se apoderaba de sí, No quería pasar una vergüenza, no solo ante el micrófono sino ante todas la personas que en círculo, se disponían a escuchar lo que cada uno decía.


“Mineros es un gran equipo, siempre tradicional”, comentaba un aficionado. “Esta participando en Libertadores, es un juego sumamente complicado” y así por el estilo cada uno fijaba su posición. En algunos casos, los aficionados se meten a comentaristas y en otros los comentaristas a aficionados. En algunos casos son éxito. Unos con mas base que otros emitían sus criterios y el comentarista asentía y trataba de sacar lo mejor de cada fanático e inclusive buscaba que algún señalamiento castigar a algún culpable por la regular campaña de Estudiantes de Mérida.



El pequeño fanático tenia en mente a dos jugadores merideños René Torres e Ildemaro Fernández, quienes habían partido a jugar con el equipo guayanés y unirse a otro legendario jugador venezolano como Cesar Baena, el mismo que había visto por TV en la selección nacional. No hallaba otro punto de conversación con aquel comentarista, porque cualquier otra idea pudiera causar tartamudez o desconocimiento. En la época en que la ausencia de mensajes de texto, redes sociales o cualquier otro medio de interacción entre el oyente-fanático y la radio, Pablo Chacón Pérez, aquel legendario narrador merideño que perdió la vida montado en una bicicleta, salía con su equipo de comentaristas a la tribuna a recoger impresiones del aficionado y lograr que dijeran “Subiendo, Subiendo, Subiendo en sintonía”, una  frase acuñada a este personaje quien premiaba con una felicitación al que mejor lo dijera.



Justo dos puestos antes del benjamín aficionado, empiezan las rechiflas. Ese grupo de oyentes que estaba sumergidos en lo que decía cada uno de ellos y haciendo gala de sus conocimientos, voltea a la cancha y ven como salía Mineros al calentamiento. Toda la escena de entrevistas se acabaron. La transmisión se volcó a lo que acontecía en cancha y Mineros con figuras de selección nacional y reforzado para enfrentar a los uruguayos en Copa Libertadores mostraba a sus talentosos jugadores  entre ellos a los merideños René Torres, Ildemaro Fernández, había otro de apellido Meza y creo que hasta el utilero Omar Paredes, formaba parte del equipo.



El portero Baena volaba de un lado para el otro, un tipo seguro. René el mismo marcador que le había anotado un soberano golazo al campeón mundial Argentina, con  robo incluido  a Daniel Pasarella, probaba desde media distancia. Ildemaro como siempre inquietando la portería de Lugo, un portero uruguayo de lo mejor que mostró Estudiantes ese día y esa campaña. Alfredo López, DT de Mineros y quien años después dirigiría a Estudiantes de Mérida, se encontraba pegado en la banda, porque Mineros no podía concretar la victoria. “Mineros se enredó con Estudiantes” fue el titular de una revista llamada Mérida Deportiva, con el logo de un aficionado cargando a cuestas el escudo académico. Al final el empate era justo, pero quien levantaba la copa que se llevó ese día Mineros no era Baena, sino el mismo René Torres quien con sonrisa natural se la mostraba al publico.

Los jugadores debían pasar por un túnel que no estaba a un par de metros de distancia de la tribuna, por lo que cualquier persona podía acudir, ver, insultar y hasta escupir a cualquier persona que fuera al camerino. Pero el pequeño solo quería ver a los jugadores, aunque no dejaba de juzgarlos.  “Pesetero le gritaron” y el benjamín aficionado le dio la razón. Cómo un merideño va a jugar en otro equipo y de paso alegrase por perjudicarlo, pensó. No se puede ser tan cruel jugar para otro equipo, quitarse la camiseta de una temporada a otra y besarla como hacen muchos ahora. El no haría eso, el se mataría por jugar en ese Estudiantes hasta la muerte y jamás marcharse del equipo. El no sería un pesetero.




El benjamín creció, jugó, se mudó y tuvo que cambiar de amigos, de escuela, de equipos donde jugaba y no sabía si sentirse un pesetero por cambiar de equipo. Años después los merideños René Torres e Ildemaro dejaron Mineros y volvieron a jugar en Estudiantes de Mérida, ya no eran peseteros, ya eran del equipo nuevamente, el tiempo les dio revancha no para levantar una copa, pero si uno que otro trofeo dominical. Allí comprendió que “no eran peseteros” sino que la vida y el fútbol es eso, un mundo de oportunidades que no puedes darte el lujo de fallar, que los jugadores tienen un sentimiento, pero además de eso una profesión, que muchos sueñan con levantar una copa con su equipo como otros aficionados, pero que van a aprender a otros equipos para que luego al volver como Ildemaro, René y otros jugadores, se maten por el equipo. Nada mas que Estudiantes de Mérida,  se sigue enredando.



Los titulares de prensa cambian, los jugadores cambian, la tabla cambia, fecha tras fecha y todo eso cambia. El Diario del Caroní podría haber titulado “Mineros se enredó con Estudiantes” años después el titular podría haber sido el mismo, aunque el benjamín ya entienda que no son peseteros.


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lunes, 11 de abril de 2016

El enganche que le faltaba al equipo



Para ser honesto mi motivación de ver un juego de Fútbol por  TV va mas allá de eso “del juego”. Tiene que haber una motivación extra. Actualmente ver un Milan-Juventus, Man. U vs City o Chelsea, no está en mi agenda. No se, no siento ese “Engagement” de ver un juego simplemente por verlo y de paso 90 minutos, con todo el vainero que tengo que hacer, me parece hasta sub utilizar el tiempo.



Si todos pensaran como yo, el fútbol no sería la máquina de hacer dinero que es, pero bueno hay que ser claro. Por eso cuando anunciaron el juego por TV de Estudiantes de Mérida supe que iba a destinar un tiempo para sentarme frente al televisor y desde el mueble estar a la expectativa de lo que ocurría con el equipo, porque eso de perder en casa o ganar con apuros y de visita vivir casi lo mismo, pues cada juego es como una ruleta…..rusa.



En la década del 90, el fútbol venezolano por TV nacional no existía, por eso lo merideños gozábamos de ciertos privilegios. La Televisora Andina de Mérida (TAM) transmitía el juego dominical jugado en el Soto Rosa dos horas después de terminado. A las 11:00 u 11 y 30 se jugaba cada partido, lo que dejaba un margen de tiempo  para uno tomar la buseta, llegar a casa, almorzar y ver la repetición del juego. Esos juegos si tenían ese enganche porque era revivir cada juego y decir, “yo vi esa jugada”, “allí estaba yo”, cualquier toma de TV era reavivar el juego.



Pero mi orgullo por el quipo, iba mas allá de la TAM, me gustaba cuando lo nombraban por TV nacional, aunque esto ocurriera muy pocas veces. Recuerdo algunos juegos de Estudiantes por TV, una de ellas fue cuando  Marítimo de Venezuela realizó un convenio con Venezolana de Televisión y los encuentros los transmitían  cada martes, es decir 48 horas después.  Tenía que llegar tarde a mi clase de Madera, para poder ver uno que otro juego. En 1995, el Canal Televen, que cubría algunas regiones de Venezuela, pero Mérida no, estableció un convenio con Deportivo Italia y trasmitía los juegos de local, sin embargo en Pueblo Llano, de donde yo soy oriundo se veía perfectamente, así que me eché ese viajecito para ver al AKD.



En esta década, el mismo crecimiento de nuestro fútbol y algunas alianzas comerciales han logrado que el fútbol nacional tome vida en la Televisión, que veamos alegremente como Azuaje les quebraba la cintura a los jugadores del Caracas de cara al gol, de cómo Alejandro Araque, con algunas indecisiones y tambien suerte protegía la portería Estudiantes de Mérida, que Arenas, la última incorporación del equipo, asistiera en el primer gol de Mosquera, de cómo el Caracas, que ya no es el mismo de la década pasada, tuvo que esperar que tres minutos de puntería frente al arco les devolviera la vida.



Ese es el enganche, no ver un juego por matar el tiempo, sino ver a los chamos efectivos ante la portería, ver al DT dirigiendo en la pista, ganando contundentemente de visitante a pesar del apuro al final, de que el país y el continente viera que entre montañas hay muchos cuentos escritos e innumerables mas  por escribir, ……Otros me animaron a que hablara del otro enganche, pero dejémoslo tranquilo, en el fútbol el tiempo, los números y los aficionados dan la razón…


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jueves, 7 de abril de 2016

Germán búscate una cuña



Cada vez que un equipo se enfrenta a Estudiantes de Mérida, mi mente empieza a sumergirse en el pasado para tomar algún recuerdo, anécdota o juego que me lleve contar algo para entretenerme, pero la verdad es que cuando Estudiantes se enfrentó a Llaneros, muy pocas cosas vienen a la memoria.



No se trata de que Llaneros de Guanare tenga poca historia, de hecho es un equipo que cuando ascendió a primera en los años 90, traía un idea interesante. En los años 90 había un ejemplar periodístico llamado Semanario Deportivo, una publicación originada en el llano venezolano y dedicada al fútbol nacional. Una vez uno de sus artículos titulaba “Llaneros, otra empresa del grupo Pachecho”. Cuando leí eso, la verdad me alegré, porque para quienes no entiendan la trascendencia de la afirmación, el grupo Pacheco era un consorcio de empresas que tenia tiendas de cosmetología y vestimenta en al menos 8 estados del occidente del país. Era una de esas empresas venezolanas emergentes que no se limitaban en el crecimiento, tanto así que apostaron por el fútbol profesional.



Recuerdo que cada juego, la empresa rifaba bicicletas, prendas deportivas para aumentar ese atractivo de ir al estadio, trajeron algunos importados que dieron de que hablar en el fútbol venezolano y recuerdo en particular al colombiano Germán Bueno, un jugador que años después vistió la camiseta de Estudiantes de Mérida, en esos periodos grises, en que la plata no alcanzaba y las deudas eran un dolor de cabeza.



En una oportunidad, estábamos reunidos con Bueno algunos comentaristas en la parte baja del estadio Soto Rosa y nos comentaba que no habían recibido el pago. Yo tenía pena ajena, una persona que viene de otros país y no reciba ni un Bolívar es como decir “En este país no me pagan”, pero uno de los comentaristas le dice. “Germán le soluciono el problema, juegas para el equipo de Radio Universidad te buscas una cuña publicitaria y con eso te bandeas”. No paramos de reír por un largo rato y luego de ese juego, las tertulias post  juego en el Soto Rosa se traducían en la sugerencia del ocurrente comentarista de Radio Universidad.



Yo era poco confianzudo con los jugadores, tal vez la juventud, el querer manejarme educadamente en el ambiente o simplemente mi personalidad, por lo que era de los que menos se metía con el jugador colombiano. Otros colegas por el contrario le decían “comente Germán” y bromas de ese estilo. Creo que en general, a pesar de aquel momento de insatisfacción para el neogranadino, él se hacia un ambiente y lo disfrutaba.



El día del juego entre Estudiantes y Llaneros, me dio esa sensación de que el fútbol de los 90  y los equipos de esa década y anteriores a esa, vivieron épocas duras, pero había calidad y ese pundonor. En una oportunidad le preguntaron a Pedro Nel Ospina ex director técnico del América  Cali en los 70 y Atlético Zamora a inicios de los 90, quien llevo al balnquinegro a una de las primeras temporadas a soñar con el título, sobre su opinión del futbol venezolano y sobre todo para alguien que apenas pisaba el territorio con la mente fresca  y dijo “Me gusta, en cada equipo hay dos o tres jugadores que sobresalen”. Era verdad, salvo uno o dos equipos, había siempre alguien a quien destacar.



En esa década, Portuguesa, estado donde hace vida Llaneros de Guanare EF, se le denominaba el Granero de Venezuela, pero no sólo por su producción de granos sino por la gran cantidad de jugadores que emergieron a jugar con Portuguesa FC, Llaneros y muchos de ellos vestidos de selección nacional, aquellos que se comieron la verdes.



Estudiantes y Llaneros se volvieron a ver las caras. En esta oportunidad con dos equipos que pelean la tabla por no descender. Ganó Estudiantes con la primera aparición de su DT Raymond Páez en cancha, pues la deuda del equipo ante el cuerpo técnico anterior no le permitía sentarse en el banquillo. La noche fresca del miércoles me hacía pensar que poca gente concurriría al juego, pero Estudiantes siempre tiene sus acompañantes que se dieron cita en el Estadio Metropolitano para ver el triunfo albirojo 1  a 0.

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lunes, 4 de abril de 2016

A Estudiantes, "No lo podés cambiar"



Enciendo la radio y la tertulia entre los locutores era el aniversario de Estudiantes de Mérida FC, porque realmente fue el 4 de abril de 1971 cuando oficialmente el equipo se hizo legal.  Por un momento pensé, que ingrato soy ¿Cómo no me voy a acordar del aniversario del equipo? Pero a veces es difícil recordar esta fecha si desde el mismo equipo se desconocen sus orígenes.

Hace algún tiempo, un aficionado uruguayo decía en la cadena Tanfield, que era sumamente complicado y hasta imposible que un aficionado cambien de equipo. Asentí razonablemente al hincha charrúa porque es verdad,  no te puedes cambiar de Nacional a Peñarol, River a Boca, Estudiantes de Mérida a Táchira y se me concatenó una serie de pensamientos que le dí la razón salvo ciertas excepciones como por ejemplo un apureño puede apostar por Zamora o algún equipo de moda, hasta que surja un Deportivo Apure o Apureños FC, así sea apuradito, su corazón se va a dividir y empezará a hinchar al nuevo equipo. Otra excepción podría ser que de chamitos e influenciado por sus padres, algún hermano mayor o por el fenómeno del marketing, el joven aficionado cambie de parecer cuando empiece a tomar ciertas decisiones a una edad mayor.

“Al equipo no lo podés cambiar, podés cambiar de nacionalidad, de novia, de casa, partido político, pero de equipo nunca” terminaba el entrevistado uruguayo. Con el argumento político, el uruguayo me terminó de convencer y admiré su apreciación. Mi tío político dijo sin pelos en la lengua “El que se robó una gallina, le nombran el caldo y se asusta” y el uruguayo me hizo pensar en el por que Estudiantes de Mérida era mi equipo y por que a pesar de lo que me dijo un histórico jugador merideño “La historia de Estudiantes es triste”, seguía apostando al “Rojiblanco”.

Mi historia con la pelota, comenzó a mediados de los 80 en Pueblo Llano de donde soy oriundo. Allá no había canchas de fútbol, eso si, el futbolito se jugaba en cada aldea aunque no hubiera una cancha reglamentaria. En una oportunidad y aprovechando la planicie del garaje de mi casa en la Avenida Miranda, mi hermano Chelino  y dos o tres amigos mas como Jorge (ocurrente e inventor),  Lesme (el que ordenaba las ideas) y Henry, el mas grande y mentiroso de la patota, comenzamos a limpiar el terreno y con arcos de madera poníamos a rodar la pelota luego de clases y hasta altas horas de la noche.

Luego los juegos se transformaron en eventos de una semana de largo, donde empezábamos a formar equipos de dos o tres jugadores y el viernes teníamos un campeón, además usando nuestro talento de carpinteros para hacer los trofeos premiábamos al ganador. La actividad alcanzó resonancia en el pueblo y recuerdo haber hecho dentro del mismo evento maratones, juegos de voleibol, Gincana, pero el “fútbol” en una cancha de 5 por 8 metros aproximadamente era el evento central y podríamos reunir a una cantidad envidiable de niños. Cercamos el lugar, lo limpiamos, los juegos eran narrados por Lesme  y “Ojitos” quienes jamás se decantaron por tocar la pelota. Los juegos se interrumpían porque el árbitro era cuestionado duramente por uno de los equipos y perdía la autoridad o porque el balón se iba para la quebrada.

Los equipos tomaban nombres, y aunque todos éramos del equipo de La Placita, uno de los mas aguerridos del pueblo, ninguno usaba ese nombre. El mío se llamaba Los Andes, y estaba identificado con una copa dibujada en papel y pegada a uno de nuestros suéteres que conformaban nuestro uniforme, esa copa duró un solo día, alguien me la arrancó. Otro equipo se llamaba Atlético, vestido con short azul y camisa de vestir de rayas, pareciera que fueran a una fiesta pero eran buenos.  El último equipo, con los amigos menos participativos se llamaba Zamora, los mismos envidiosos que me arrancaron la copa de papel. Este nombre Zamora, era inspirado en el equipo de fútbol de primera división de Barinas. ¿Ninguno se llamaba Estudiantes? No, a pesar de que era una década de gloria para el “Albirojo” nadie tomó su nombre, creo que era debido a la ausencia de información. La Radio merideña no llegaba a Pueblo Llano, pero llegaban las de Barinas y creo que escuchar el nombre de ese equipo, hizo que este equipo se identificara con el barinés.

A finales de los 80 y justo antes de tomar una de los argumentos del uruguayo, me mudé a Mérida, pero durante unas vacaciones llega a mis manos el periódico barinés llamado El Espacio y veo el calendario del torneo nacional donde anunciaban cada juego con fecha y hora por lo que me dio pie a hacer un seguimiento a los equipos. La primera fecha ya había pasado y la segunda era el Clásico de La Montaña Estudiantes vs ULA. No sabía como ingresar al estadio, si era gratis o paga, si narraban o no. Nada, pero eso si, mi hermano, otro primo y yo de entre 9 y 11 años tomamos la buseta de los Chorros de Milla directo al Soto Rosa y allí comenzó la historia.

Cada domingo, jugara quien jugara, íbamos al estadio luego de la misa dominical en Milla. Mi primo colocaba cara de triste y le decía a alguien que estaba en la cola de la taquilla “Señor páseme”, un niño entraba con un adulto. Para él era fácil pero a mi me costaba inmolarme en la entrada del estadio para pedir ese favor. Eso sí, a la quinta fecha, también yo ponía cara de aquel niño que nunca tuvo un juguete, una cara de completo  mártir y la entraba estaba asegurada. Nos equipamos con un radio de pilas y donde nos sentábamos los tres, la gente escuchaba la radio que colocábamos. A Veces sintonizábamos Radio Universidad que le transmitía a los dos equipos.Cuando comenzaba el “cuñero” la cambiábamos para Radio Los Andes 1040 que le transmitía a ULA o Radio Cumbre que le transmitía a Estudiantes. Fecha tras fecha, ULA peleaba mejor en la tabla, Estudiantes por el contrario era un cúmulo de empates y en la temporada 89-90 su primer triunfo fue ante el equipo de mis amigos poco participativos, Atlético Zamora.

Estudiantes y ULA defendían el gentilicio merideño así que yo le aplaudía a los dos. Nos gustaba sentarnos en la tribuna que da al mercado Soto Rosa en la primera fila, con las rejas de frente y cada vez que el equipo hacía gol, me levantaba  a aplaudirlo. Pero en la segunda ronda, y en el Clásico de la Montaña mi primo “Leíto” se levantó para aplaudir el gol de La Furia Azul pero mi hermano y yo, no. Cuando Estudiantes anotó el gol, nuestro primo nos devolvió la deferencia, nosotros nos levantamos y él no, allí me di cuenta de que Estudiantes era mi equipo, me delaté, me di cuenta, no sé, pero “Al equipo no lo podés cambiar”.

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