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miércoles, 23 de mayo de 2018

El mas paramero de los parameros

Para mí, el juego entre Estudiantes de Mérida y Táchira es un clásico.  Y me gusta ganarlo bien sea en Mérida o San Cristóbal, aunque me encanta enmudecer el  estadio Pueblo Nuevo.

-El verdadero clásico es con Caracas- decía un comentarista de un medio nacional y la verdad si le dan connotación nacional o regional me tiene sin cuidado, o si lo transmiten por TV o no. Yo  lo disfruto en la tribuna y con un radio encendido.

Cantos iban y venían, jugadas con gritos de ambas hinchadas y ese colorido albirojo y aurinegro, tan lleno de contrastes e historia siempre me ha gustado. Fue en 1989 cuando por primea vez vi un clásico, aunque ese día  los fronterizos del Unión Atlético Táchira nos derrotaron por  3 a 1 en el Soto Rosa.

En el último juego, la barra del Táchira -siempre consecuente y animadora- emitía cánticos. Eran totalmente inentendibles para mí, pues la bulla de nuestra tribuna no me dejaba oír. Ellos tampoco entenderían todas las bendiciones y buenos deseos que desde mi tribuna se les gritaba a todo pulmón.

Justo antes de terminar el primer tiempo, Táchira anotaba su gol. Y lo dijo Anthony Hudson, el técnico de Nueva Zelanda. – Un gol nos lleva a la gloria, nos lleva al mundial- porque es que el Gol, mas allá de servir para numéricamente definir un ganador, le da fuerzas a las barras para vociferar cualquier cosa sin medir exactamente lo que se dice.

Luego de un gol les nace gritar ¡Somos los campeones!  … ! Los mejores! ¡El mejor equipo del mundo! ..  en fin todo es permisivo e indetenible. 

Durante el inicio del segundo tiempo, algunos aficionados de Estudiantes trataban de animarnos a todos, pero en lo particular soy de los que disfrutan el juego sentado, escuchando con un sólo audífono la radio para que me ayuden a analizar el juego. Otros aficionados les seguían la corriente y trataban de levantar el ánimo, pero por lo que ocurría en la cancha, era poco lo que se podía esperar.

Mientras el triunfo acompañaba a los aurinegros, uno de esos cantos que se coló entre nuestro silencio fue una en la que se referían a nosotros como  Parameros. No era la primera vez que yo la escuchaba, pero si la primera vez que me llamaba poderosamente la atención.

Al llegar a mi casa y luego de celebrar el triunfo 2 a 1, con un soberano golazo de “La Pulga” Gómez,  hago memoria de algunos pasajes del partido y viene a mi mente el cántico de la barra perdedora. Pero no sólo eso, hago memoria de que mi semestre y medio en la Escuela de Geografía en la ULA no podía pasar en vano.

Empecé a recordar a algunos profesores, que si bien no me habían hablado de los páramos como tal, me habían comentado de la similitud de las características geográficas de los andes merideños y tachirenses e inclusive desde Argentina hasta Venezuela.

Desempolvo algunos libros y luego de un par de estornudos me doy cuenta de que fueron bien asesorados los fanáticos del Táchira en su apreciación, pues porcentualmente Mérida goza de más paramos que el estado fronterizo, pero si los contamos uno a uno, ellos poseen mayor cantidad. …… Y no se trata de negar si somos o no de tierra paramera, al contrario, como gozo diciendo que soy de un pueblo del páramo. Créanme, mi pueblo es una mezcla se Suiza por su vegetación y el principado de Mónaco por lo caro.   

Pero empecé a preguntarme -¿Quién los asesoró? ¿Quién se los dijo? y me puse a repasar algunas personalidades de mi Escuela de Ciencias Forestales que seguramente hayan contribuido con tal información, una información que si bien no es clasificada, tampoco es del dominio común. Y recodé un buen clásico, en que mientras estaba sentado observando el llenazo del Estadio Soto Rosa, me dí vuelta y veo a escasos metros a un profesor de la escuela. Le saludé y le saqué conversa, pero de lo poco que hablamos, solo me dio para saber que venía a ver al Táchira, porque era el equipo de su estado aunque tenía años en Mérida.

Yo, asumiendo que él era el asesor dije, ¡pero que tipo tan mal agradecido! aunque no me extraña. Hay muchos que vienen a Mérida a vivir, estudiar, se gradúan y se van hablando pestes de aquí. Pero muchos de ellos han regresado porque extrañan la vida tranquila y silente de mi ciudad. No soy de venganzas pero ¿Por qué se sentó en nuestra tribuna y no en la de los visitantes?

La palabra paramero no me ofende pero  ¿Saben que me ofende? que alguien me amenace con mi propio cuchillo, es decir, que se eduquen aquí para que con su conocimiento dar herramientas para que nos intenten ofender. Si viviéramos en la época medieval, buscaríamos al profe y le haríamos todo un proceso de inquisición para que nos dijera por qué nos traicionó, por qué le dio herramientas al enemigo, ¿No entiende que al enemigo…… ni agua?

Yo tomé otro rumbo y abandoné la escuela, me desentendí del medio. Un buen día me encuentro con “chimola”, un ex compañero que si permaneció en la escuela y terminó la carrera.

Le pregunté por Lagunillas -otro amigo- Hebert y Yaja.

Chimola, efusivamente, me dijo la vida de cada uno de ellos. –Hebert tiene 3 chamos, y no tiene trabajo, pero a su esposa le va bien- lo dijo dibujando una sonrisa en su cara, porque siempre Hebert había sido un chamo de aprovecharse de los demás.

-Yaja, bien- simulando indiferencia, aunque desde aquel noviazgo de fin de semana en una práctica de la escuela, su relación con ella nunca fue igual.  

Me puso al día con otros de nuestros ex compañeros y aproveché para preguntar por algunos profesores, entre ellos por la vida del degenerado asesor de los fanáticos del Táchira.

Chimola agachó su cabeza y dijo - tristemente nos dejó el profe, se le complicó algo en el pulmón y no se pudo hacer nada.

-Se salvó de la inquisición el muy degenerado traidor – Me dije a mi mismo - pero simulé tristeza, aunque tampoco me alegraba obviamente.

-Fue muy triste su despedida, por la enfermedad y por lo difícil que están las cosas en la Universidad de los Andes- dijo Chimola- ¡hubo muchos actos de despedida agregaba con sentimiento!.

- ¿Fuiste al entierro? Le pregunté

-No hubo entierro-  él pidió que lo cremaran.

Me quedé en silencio. Por mis formación católica, la cremación aún la veo como una despedida inconclusa………… pero pues es la decisión  cada quien.

Chimola lanzó un suspiro y agregó. – Efectivamente, él pidió que lo cremaran ..... y que sus restos permanecieran donde mas amaba.

Por un momento pensé que en uno de sus cubículos, la escuela, el jardín de su casa.

 - El pidió que sus cenizas se esparcieran en cualquier Páramo de Mérida……. sus amigos optaron por  el páramo de Gavidea- concluyó Chimola, despidiéndose con un sentimiento de tristeza.

@jesusalfredosp

sábado, 14 de abril de 2018

No me quiten la chaqueta

- Una Copa por favor- Le pedí al mesonero- cualquier cosa era buena para saciar mi sobriedad.
No sé si fueron malas o buenas decisiones las que asumí pero un cura futbolero amigo, me dijo que era bueno dejar las copas, aunque siempre yo lo veo levantándola y compartiéndola con los feligreses, para mí que era un acomplejado y frustrado que nunca pudo celebrar nada y cada vez que levantaba su copa con el vino de consagrar se sentía campeón.  ¿Cuál era la diferencia? ¿Por qué yo podía ser juzgado y él no? ¿Es que mi sed no debía ser saciada y la de ellos sí?
- Me da una Sud – realmente fue lo primero que vi en el menú, sabía que tenía poco tiempo así que no tenía mucha elección. No había tiempo para catas ni degustaciones, ni siquiera para un sorbo. El nombre de la bebida era raro, porque desde mi última vez, esa bebida no existía, no era parte del menú, o si lo era nunca la miraba, me daba ese caché.
-El mesonero va y viene. Le sirve a una mesa y desde allí mismo acepta un pedido que alguien hace desde la otra sección. –Me da 2- grita uno de ellos aunque el bullicio no permitió escuchar claramente lo que dijo.  Debe ser un cliente viejo exclamé, aunque yo me corregí, porque mirando alrededor, no creo que alguien tuviera mas años que yo, así que opté por asignarle la connotación de cliente frecuente.
El tiempo transcurrió con la misma velocidad con que este se disipa cuando mi equipo va perdiendo en el minuto 45, cuando los minutos son mas cortos y los segundo caen como legos de niño travieso.
Como tenía tiempo sin ver el ambiente, mis primeros minutos fueron de observación. Cuadros de equipos de fútbol en la pared, uniformes firmados de jugadores nacionales. Por allá vi unas fotos de los desaparecidos Marítimo de Venezuela, Minerven, Pepeganga de Margarita y mis recuerdos salieron a flote. Empecé a hacer memoria de aquel Marítimo -siempre copero, de Minerven y recordé el 5 – 0 a The Strongest, goleada que hasta hoy es la máxima de un equipo venezolano en Libertadores. En la esquina estaba la imagen de Pepeganga que en el 88 u 89, no estoy muy  seguro del año exacto se convirtió en el primer equipo venezolano en derrotar a los 2 equipos uruguayos .
 Así como mi tiempo se detuvo para recordar, pareciera que al hijueputa mesonero también. Lo veo en la misma dinámica, va y viene. El tipo me ignora, ni siquiera pasa cerca para llamar su atención, se mete en la cocina y no sale. 
Finalmente pasa uno de ellos, me levanto y con un tono mezclado entre rabia y desesperación, le pregunto por mi orden. Su respuesta fue inmediata, con poco cálculo y sapiencia -..........ya le digo a mi compañero, ......esta no es mi mesa- me dijo cínicamente el degenerado prestador de servicio. No tuve mas remedio que voltear y regresar a mi puesto.
Unos clientes que habían llegado después de yo, nueve en total, sobresalían no sólo por ser un grupo numerosos sino porque vestían todos con una chaqueta blanca que decía Banco Santander en la espalda, con un bordado perfecto, bien delineado. En el hombro derecho de la chaqueta tenía una forma circular que por sus detalles parecía un caucho y mas abajo la identificación de una empresa patrocinante. No lograba ver la otra manga, hasta que finalmente visibilizo que en el otro hombro tenía una forma no identificable pero sobresalía en letra dorada la palabra Toyota. Créanme quería ponerme una de esas chaquetas. Se veían tan bien presentables que no sólo llamaban mi atención sino paralizó parcialmente el bar completo.
 Al principio los tipos se la vacilaban, tomaban, cantaban, se sacaban fotos, pero sentí que a partir de cierto momento  no saboreaban la copa se enfocaron  era beberla.
Algunas secciones del restaurante se fueron apagando y me daba cuenta porque la pantalla de mi celular cada vez sobresalía mas en medio de la paulatina obscuridad que se iba haciendo presente.
- Finalmente el mesonero se me presenta. Llama la atención del grupo de los 9, se dirige hacia mí y me pregunta - ¿Está listo?.
 Yo lo miro a él y al grupo que había enfocado su atención hacia mi.   Yo me quedé perplejo.
- mmmmm Me pregunté...... ¿Con quién carajos me están confundiendo? ¿Por qué me ha hecho esperar hasta que yo sea el último cliente? ¿Será por qué vengo sólo y me quiere vacilar? ¿Cómo sabe que mis ahorros no tiene espacio para una buena propina?  
-Yo sólo vengo por una copa- afirmé en tono convincente aunque tembloroso.
-Eso lo sabemos - me dijo uno de ellos.
- No te estábamos esperando- exclamó otro que estaba al final sin retirar la mirada desafiante- y agregó- pero sabíamos que venías.  
-¿Ustedes me conocen? - les pregunté.
-!Claro que sabemos! -respondió el mesonero -!ya has estado aquí......... De hecho solías frecuentar este lugar!.
-"Me pueden dar mi copa y me voy tranquilo"-dije- como tratando de evitar cualquier confrontación.
-!No! ¡ el tema no es la copa! ¡puedes tomártela!  -me dijo otro de ellos- y agregó que le llevara un recadito a mi gente.
-!Hay que ponerse la chaqueta!.........! hay que lucirla, sudarla! - expresaba con cierto grado de enojo el mesonero. Y me preguntaba con el mismo tono - !¿Cómo es posible que vengan los equipos de tu país sin que logren figurar, no consiguen resultados, además de eso, visitarlos es un problema, porque hay que buscar mil conexiones de vuelo, hay que pasar caminando por un puente para llegar y de regreso es casi lo mismo, además de eso ninguno de los que nos patrocina la chaqueta tiene intereses particulares allí. -  El banco lo quitaron, no dejan llevar los cauchos y los carros sólo son accesibles para un limitado número de personas?
-Si hubiese habido un alcoholímetro seguro hubiese captado meramente mi aliento de esperanza porque sólo tuve ánimo para decir-.....  ¡Sólo le pido que no nos dejen fuera de las copas!
- ¡Hay equipos que queremos ponernos la chaqueta! -les dije....!Que queremos triunfar!, y que aunque mi primera cita con la SUDamericana fue pospuesto por unos vuelos, y el Deportes Temuco no pudo asistir a mi cita con la copa, mas allá de eso recuerden que somos subcampeones sub 20 del mundo, que las chamas de la vinotinto son producto de exportación en Sudamérica. 
Hice un rápido repaso por los logros de los equipos venezolanos, pero salvo algunos triunfos, hay poco que resaltar en el torneo continental. Así que opté por inmutarme
- Me sirvieron finalmente el trago, pero entre tanta calentera y nervios solamente aproveché los últimos destellos de luz para preguntarme ¿Qué pasa si a estos 9 se les ocurre no prestarnos mas la chaqueta? 

@jesusalfredosp

sábado, 24 de marzo de 2018

Mamá y google a veces mienten


No lo dijo Copernico, ni Newton, ni mucho menos el mejor pensador de todos los tiempos según mi filosofía, el gran Ghandi. No, lo dije yo, un día, pero no un día cualquiera, sino un día de reflexión, café y hasta rabia.  Mamá y Google no siempre tienen la razón, a veces mienten, no son precisas, ni exactas. A veces nos ocultan cosas.

Pero me da una alegría inmensa, si inmensa saber que los putos de Google no siempre tienen la razón. ¿Por qué? A bueno muy sencillo. Mi  mamá una vez me dijo que el mejor remedio para que la tos no me avanzara era no sumergirme en la piscina en ese momento. Pero ese día, ¿Cómo no me iba a meter a la piscina?  Creo que en aquel instante yo fui el que acuñé para la eternidad la frase “Mamá No me Pasa Nada”.  Por un lado yo insistiendo, de unos 8 o 9 años, y por otro lado mis primos y hermanos brincando, pasándose la pelota, gritando en la piscina, sin duda una excelente época vacacional. Pásame la pelota, gritaba uno de los mas pequeños y yo lo que hacía era toser y mirar a mi mamá rogándole un salvoconducto para entrar a lo que sería uno de los recuerdos inolvidables de vacaciones de verano, Bueno esto último es cursi, somos un país tropical.

Pero ahí estaba yo, como un chinche con berrinche. Mi mamá viendo el panorama le dice a mi hermano mayor que le permita tocar el agua para saber si está fría o caliente. Les cuento, que una piscina en El Vallecito con una temperatura que quizás ronda los 15 grados, no era naturalmente tibia como Maracaibo, Barinas, Margarita. !No, por Dios! Era El Vallecito, uno de los lugares mas fríos cerca de la ciudad de Mérida. Mi hermano, quizás cómplice de mi deseo, une sus manos y como si tuviera candela en ellas, le pone a mi mamá el agua para que ella la tocara, y de inmediato aprueba pues considera que no estaba tan fría como para negarme el acceso.

Mi madre siempre rezandera, seguramente optó por persignarse luego de su aprobación, y vaya que surtieron efecto sus preces, luego de una tarde de piscina, su hijo salió no sólo contento sino lo mejor de todo es que ya no tenía la molestosa y limitante tos. Allí me di cuenta que las mamas no siempre tienen la razón y ese ejemplo lo utilicé por un largo período para driblar algunos argumentos maternales.  Eso además me ha servido para desafiar dichos y hechos y me ha motivado a probar sin importar lo que me digan. 

Una tarde del año 2000 conocí a Google en un cyber que estaba localizado donde anteriormente quedaba un negocio de una ex presidente de Estudiantes de Mérida, por cierto la segunda presidente mujer del mundo, la señora De García. El pana Pucho me dice, que usara este buscador, que era lo mejor y agregó con cierta prepotencia, que en ese buscador encontraba de todo. Yo, dejando el margen de duda que apliqué con mi mamá en la piscina de aquel domingo de vacaciones, le dije que no me lo creía que encontrara todo. Y coño por años el buscador de google fue mejorando y creciendo mucho mas que mis ansias de refutar a mi pana Pucho. Así que Google se afianzó como el mejor buscador del mundo y muchos lo denotan san Google, porque lo soluciona todo.

Yo, me resigné al motor de búsqueda de Google, me hice tan amigo que todas mis cuentas de correo importante pertenecen a Gmail, uso con frecuencia googlemap, hablo maravillas de google drive, me decanto por google translator cuando mi inglés se atrofia, así que ya soy parte de la generación google, hasta que un día, un buen día me hizo una mala jugada, que me hizo emocionar, brincar, y decir coño (piiii) al fin ganamos. Y es que esa mañana del lunes 19 de marzo, cuando logro encender mi teléfono luego de una noche de penumbra sin luz, radio, TV, veo que Google, san Google me muestra el resultado en mi pantalla de bienvenida. Estudiantes 1, Trujillanos 0  ¿Que dirían esos putos de Google? Vamos a alegrarle la vida a este infeliz hincha, como escribió hace poco la revista 90 Minutos, que nos hizo una mención especial como los hinchas que mas nos gusta sufrir, al lado de otros aficionados de Atlas de México y San Lorenzo de Argentina.

Coño, si , soy tan googleador que no sé por qué carajo google me muestra los resultados de Estudiantes de Mérida al final del primer tiempo y al finalizar el encuentro, cada vez que juega. No sé cómo se hace, así que no insistan en que les muestre como. Bueno, anduve la mañana en mis deberes y yo, con mi sonrisa. 

"Por fin salimos de un empate", "los empates no suman", "pobres trujillanos se regresaron tarde y derrotados", "se les puso el culo frío y triste" decía yo, pensando en su pasada por el Pico el Águila a media noche. Estaba regocijante de alegría hasta que entré a una red social y leía confundido que nos habían empatado 3 minutos antes de finalizar el juego. 

Entonces me arreché (piii),  
- "coño (piii) ¿otro empate? 

- ¿No le echan bolas?

- No sudan la camiseta?

 Yo, había sumado 3 puntos a la tabla mental y ahora sumar solo uno, era de locos. Me tomo un café como el mejos digestivo de arrecheras y una sonrisa repentina y misteriosa sobresale de mi cara. Por un lado molesto con el equipo porque parece novia de pueblo, puros empates, pero por otro lado contento porque no sólo desafié y le gané a mi mamá aquel domingo de piscina, sino al pana pucho con su cuentico del todo poderoso Google, de que siempre lo sabe todo, que nunca se equivocan, que ese día en el encuentro entre Estudiantes y Trujillanos también tuvo que meter su manita en la piscina y persignarse porque no siempre mamá y Google tienen la razón.


@jesusalfredosp

martes, 27 de febrero de 2018

El juicio de Emilio Mola (La Quinta Columna)

Emilio Mola fue un jugador de fútbol que una vez se envalentonó al mejor estilo Varela en el mundial de 1930, para gritarle a los directivos de la Asociación Uruguaya de fútbol que ellos no iban  a jugar suavecito, que ellos se iban a matar en la cancha para ganarle a Brasil. En esa oportunidad el directivo uruguayo no lo tomó en serio y Varela al ver su actitud conformista lo agarró por el cuello, lo levantó y allí se inspiró el maracanazo de 1950.

Emilio Mola tal vez delantero, y por su apellido europeo, uno lo imagina alto (cabeceador), fuerte (rematador), corpulento (fácil para ganar un cuerpo a cuerpo) no era más que un militar. ¿Y qué carajo tiene ese que ver? coño, les digo que mucho. El tal Mola nos hubiese agarrado a todos aquellos que con camiseta, carnet y todo lo que nos identifique con Estudiantes de Mérida y nos juzga, nos pone a dudar de nuestra simpatía y quehacer por el equipo.

Y es porque esta historia no salió después del juego de Estudiantes de Mérida ante Mineros de guayana, sino años atrás, 1936 para ser exactos, cuando en plena Guerra Civil Española el mencionado Mola, un general sublevado,  no dudo en mencionar que dentro de las filas de los supuestos aliados habían figuras que desean a toda costa destruir, amañar, empañar el avance de las tropas leales, que hasta ese momento se habían organizado en 4 columnas, para conformar lo que denominó la Quinta Columna.

Por eso Mola cobra un espacio clave en este momento. Y no es porque yo lo haya descubierto hoy, sino que el tipo desde hace años nos está diciendo que en Estudiantes y en muchos equipos de futbol hay una quinta columna. Por ejemplo, justo después del gol de Monagas en aquella noche en el metropolitano que nos truncó la posibilidad de acceder a la semifinal del torneo, unos 6 o 10 hinchas perdieron la razón e invadieron la cancha. Allí Mola, como buen comunicador que fue, nos hubiese dicho dónde están las tropas leales? Miren que aquí hay una quinta columna que nos está jodiendo el espectáculo. Y no era que Mola era un erudito para darse cuenta, de hecho cuando comenzó ese chaparrón de desastre en varias tribunas, un aficionado de los que van seguramente en juegos claves, se disponía a arrancar una de las sillas. Yo desde la distancia le llamé la atención, el chamo me mira y como que se relaja. Pero uno que estaba a mi lado dice. Pana aquí lo que se viene es una sanción.

Luego del juego, mas allá de hablar del partido, se habló de las posibles sanciones, de un sinfín de elementos extradeportivos que alimentaron nuestra esperanza de que saliéramos ilesos, como efectivamente ocurrió meses después. Cada quien tenía sus fuentes y cada una decía algo diferente. Dos juegos de local a puerta cerrada, todo el torneo bajo la misma modalidad, cualquier cosa era creíble en ese momento y finalmente la FVF nos dio tres juegos de suspensión, pero con anticipación sabíamos que algún castigo nos iba a ocurrir.

Durante el primer juego de sanción entre Estudiantes y Aragua me acordé de Mola, ¿otra vez?, claro, si jugamos en una cancha en regular estado, a una hora ideal para el visitante, en una plaza como Acarigua mas cercana para los aragüeños que para los merideños, es decir aparecieron los de la quinta columna, los que debían haber sabido con meses de anticipación que tendríamos una posible sanción o al menos unas semanas para saber que bajo esas condiciones tendríamos muchas posibilidades de perder la localía por los factores anteriormente enumerados. Y no fue por el empate de ese día, no, sino que los mismos jugadores lo dijeron, es mas el cuerpo técnico dijo que había que buscar otra plaza para el próximo juego. Y me pregunté ¿Pero quién puso la sede, los locales o los visitantes? ¿Quién estableció la hora? ¿Quién realmente fue local?


Una vez cumplido el segundo juego de local, pero de visitante, con otro empate ante Mineros de Guayana, no sé si buscar en las memorias de Emilio Mola el posible final de la quinta columna de la época, pero sé que décadas después aún la recordamos en los libros de historia universal. La quinta columna de  Estudiantes de Mérida no está en Madrid, sino podría estar en algunos aficionados, directivos, jugadores, comunicadores, o tal vez en nuestro inconsciente, que no creemos que nos merezcamos nuevamente ser los quintos de América.

@jesusalfredosp

lunes, 19 de febrero de 2018

Saquen al Pasapelotas

Llega el delegado a la cancha de la autodenominada Bombonerita y toma su lista de trabajo. Empieza a preguntar una por una las cosas que no ve, una especie de letanía, pero el personal de logística muy dedicado empieza a responderle su respectivo, Ruega por Nosotros, a todas las inquietudes del delegado de campo. Hay muchos detalles que se deben cumplir antes del juego y la ausencia de alguno de ellos acarrea multa o un “halón de orejas”. Mientras el delegado de la FVF cierra su carpeta y las sonrisas florecen por la labor cumplida, el personaje pregunta por los chamitos que pasan la pelota, el delegado del equipo local frunce los ojos, como tratando de buscarle explicación a la demanda del ente rector, le hubiese sido mas fácil responder por qué el Capitàn no tiene quien le escriba.  Éste con el mismo deseo de hacer caja a la FVF, le afirma que así es, cada estadio debe tener chicos alrededor de la cancha para que pasen la pelota sin importar si esta cuenta con espacios alrededor o no.

El delegado del equipo local, de repente acostumbrado al Complejo de Canchas Carabobo Te Quiero, un espacio de unas siete u ocho canchas sintéticas en Puerto Cabello, una maravilla deportiva en Venezuela -donde no necesitaba de estos ayudantes- había dejado por fuera este detalle.  El cuerpo arbitral le da algunos minutos para que busque los chamitos y cumpla con el requisito. Sin el tiempo a favor para llamar a los niños de las categorías menores, sale a la tribuna a buscar incautos y ver quién quiere pasar la pelota. Gracias a que aún no había mucha gente, le fue fácil ubicar a 5 o 6 jóvenes que le permitieran cumplir la norma. Los reúne en la parte baja y se los presenta a los enviados de la FVF. Estos asientan en su lista que cumplen con lo pautado finalmente, pero lamentan que no hayan llegado las franelas que los identifica y que aparecen cada vez que el juego va por TV. Como siempre hay un Plan B y buscan en el camerino del equipo local las casacas de entrenamiento. 5 o 6 eran suficiente y la verdad era un show ver como los chamitos se las colocaban, unos metían la cabeza por el hombro de la casaca, otros al revés, todos reunidos se reían, como el tiempo ya apremiaba, llega unos delegados y ayuda a colocársela  a dos de ellos, que a pesar de retirarla un par de veces para tener mejor perspectiva, no pudieron lograrlo. Todos listos, aunque el tamaño de las casacas no les ayudaba.

Había un detalle en uno de ellos, seguramente el que abrió la gaveta en el escaparate de su casa y se puso la primera franela deportiva que encontró. Me imagino que sobraba una camiseta del Atlético de Madrid, Junior de Barranquilla o cualquier otro equipo, incluyendo uno de instancia amateur, con franjas horizontales rojo y blanca, es decir el mismo diseño del equipo visitante, Estudiantes de Mérida. No sé si se dieron cuenta, yo en realidad me imaginé que era parte de la escaza pericia futbolística de la plaza por ser nueva en primera división. Algunos la llaman cultura futbolística, pero dejemos los términos al buen juicio.

La camiseta no tenía nada que ver, el chamito "neutral" en todo sentido. Pasando la pelota a tiempo como le informó el delegado de la FVF, sin ningún tipo de retraso y jamás haciéndole el juego al equipo local, porque se lo advirtieron y así lo ha visto por TV, que los sacan de la cancha cuando no sigue las pautas. Pero hizo una excepción, una jugada que pasó desapercibida, el chamito tomó el riesgo y se hizo el “tonto”cuando por la derecha le correspondía al equipo visitante el saque lateral, él ve como Estudiantes estaba ahogando con tres jugadas de peligro seguidas a su equipo que estaba perdiendo  desde el primer minuto. Agarra le pelota, se la va a pasar al juvenil  de Estudiantes, quien creyendo en la buena fe y el buen oficio del recoge balones, espera que se la pase rápido para aprovechar el contrataque de su equipo y evitar el rápido repliegue de la defensa local. Este la agarra con las dos manos fingiendo que la misma se encontraba desinflada, la bota y  busca la otra pelota corriendo en cámara lenta para ganar unos  segundos, suficientes para que los locales se posicionaran y salvarse una vez más.

La jugada pasó desapercibida para todo el mundo incluyendo la TV y el personal de la FVF, pero creo que no para el DT de Estudiantes, quien tomó nota y decidió sacar al joven lateral para cobrarle su ingenuidad, aunque quien realmente cobró fue el “Peluca” Arenas, el que minutos después del cambió pudo por ese mismo lado anotar el gol del empate y con ello el primer gol de Academia de Puerto Cabello en la primera división, abriendo el camino para lo que sería la primera victoria de este equipo en su debut de la primera división.

@jesusalfredosp