Una vez
entro a una zapatería bajando por la avenida 6 con mi primo, no a buscar
zapatos, sino que mientras yo bajaba me di cuenta que el Profe Gallego había
entrado segundos antes. Pregunta un par de cosas, yo disimulo a ver que decía
el profe. Pensé escuchar líricamente como, al menos, se pararía Estudiantes
durante esa temporada o saber si la ciudad le agradaba de tal manera como para entrelazarse
tanto que le diera su cariño al equipo, pero nada. El vendedor con nada de conocimiento de a
quien atendía, se limitó a dar precio y mostrar sus dotes de buen vendedor.
Pero nada, no vendió ni el cordón del Zapato. Falló, el profe se fue con la
misma bolsa con la que llegó. Estaba vestido de pantalón deportivo rojo y
franela blanca, sin alusión al equipo. Sale de la tienda y el vendedor viene
hacía nosotros. Le pregunté tal vez lo mismo que el profe, pero mi conversación
giró en torno a la presencia del estratega colombiano y le comenté a mi primo
que él era el DT de Estudiantes. El equipo de venta de la tienda, me refiero al
vendedor y al cajero, se unieron a la corta conversación, que se limitó en
repreguntar lo que yo ya había dicho. Y me tocó dar la respuesta esperada, sí
es el técnico de Estudiantes.
Pero como
iba a saber, si el tipo venía a ganar, a buscar un campeonato o al menos
figurar, pero no. Lo trajeron porque estaba de moda tener técnicos colombianos
y Venezuela siempre ha sido una buena plaza para terminar o continuar su
proceso de formación. Una vez un DT de ese mismo país dijo que si bien el
futbol venezolano le faltaba nivel, valoraba que en cada equipo hubiera dos o
tres jugadores que sobresalieran. Yo lo escuché y pues, no estamos tan mal
dije, a pesar de que nuestros equipos en los 80 y 90, salvo algunos hechos
quijotestos que aún rememoramos, iban con pocas posibilidades a torneos
internacionales.
Vino a
dirigir a Estudiantes de Mérida FC, pero no era ajeno al equipo venezolano. Ya
en 1982 lo había enfrentado en Copa Libertadores cuando jugaba con el Deportes
Tolima, un equipo que posteriormente llegó a semifinales, esa semifinal de seis
equipos del torneo internacional. Pero como me gusta resaltar lo positivo con
letras de oro, no por lo exquisito sino porque con tierra me ensucio, Tolima
venía tan enrumbado y en fase de grupos ganó todos sus encuentros de
visitantes, excepto el que se jugó ante Estudiantes en el Soto Rosa el último día de Marzo de 1982.
Debutó con
Trujillanos, y eso de que técnico que debuta gana, eso no pasó. ¿Será por qué
es Estudiantes de Mérida? Y comenzó la campaña. Para no perder la costumbre, el
triunfo llegaba, pero detrás de derrotas y empates. Había algo que él decía
posterior a cada partido. Estudiantes es el único equipo en el mundo que juega
una pretemporada en plena temporada. La directiva lo había traído, pero le dijo
que en esa temporada ya no había nada que pelear, que se esperara un poco
mientras terminaba el torneo para reforzarlo y luchar por todo. Como me gusta
escudriñar en los detalles que afloran mientras uno parpadea, aquel decir de
Hugo Gallegos, el colombiano que vino a dirigir al albirojo en los 90 se
refería a ese torneo largo que comenzaba en octubre y terminaba en junio. Un equipo que perdía al comenzar el torneo se iba rezagando y la
pelea era de dos o tres por el campeonato o dos o tres por no descender. Se
transformaba en un completo calvario para el resto de los equipos.
Una vez
leí, que él había sido el protagonista del
primer campeonato sudamericano sub-20 ganado por su país en 1987, en el cual
Hugo fungía como Asistente, pero que en realidad fue quien agarró la dirección
al hombro, pues el DT oficial Castaño, se encontraba convaleciente de salud.
Eso era mas que currículo para venir a Venezuela, pero en su juego del debut en
un partido Trujillanos contra Estudiantes en Valera, en el estadio Luis Loreto
Lira, la frase que escuché fue “Estudiantes Jugó como nunca y perdió como
siempre”. Me causó risa, pero los comentarios radiales esos de Pablo Chacón
Pérez (QEPD), Miguel Arturo Abril, y otros afirmaban que Estudiantes había
dominado el juego, que había logrado dos o tres palos, pero no habían entrado
los goles, pero los de Valera si, ellos si habían anotado los goles, dos o tres
no recuerdo.
Siempre he
confiado en los comentaristas, son nuestros ojos en el estadio y mas en esa
época en que no había Televisión ni redes sociales. Así que a pesar de la
derrota, yo estaba emocionado con el fichaje del DT. El equipo estaba jugando
mejor y los resultados, al menos en teoría, venían mas tarde. Alguien, también
de la radio dijo que los entrenamientos eran tan entretenidos que llevaban mas
gente que los juegos oficiales en Caracas.
El equipo
siguió dando tumbos, se ganaba y se perdía, quizás con mas regularidad que las
alegrías. Así que la pretemporada larga, o como dijo el profe Gallego, la
pretemporada en plena temporada, se fue agotando y aquella promesa de reforzar
en la próxima temporada se diluyó.
Creo que
fue una manera excelente que encontraron los directivos para decirnos que la
próxima temporada era mejor, que teníamos que esperar y creo que esa fórmula
nos la han aplicado siempre, hacernos creer que vienen cosas buenas pero algo
pasa, algo ocurre y seguimos dando tumbos. Gallego se fue, y aunque los
jugadores ya no andan en el plano profesional, el estadio Soto Rosa ya no es la
casa del equipo, algunos fundadores reposan en sus ataúdes, pero esa frase con la que alimentan esperanzas
y sobreviven emociones, con la que nos tienen año tras año, plantilla tras
plantilla, sigue viva y aunque quisieramos olvidar, colocarle otro contexto, la
verdad es que la palabra de Gallego Vive.