“Es chiquito, ojos verdes” ¿Ese es Ruberth Morán? Me desafió con la
pregunta Emiro Rivas Jérez, locutor de la vieja escuela, uno de los promotores
de uno de los programas mas viejos de la radio deportiva merideña Punto
Deportivo. Yo, comenzando a “naufragar” en el mundo de la radio deportiva y le
afirmé la veracidad de su suposición. Yo
cubría el fútbol, tanto ULA como Estudiantes, él se decantaba por el béisbol.
La gente
comenzaba a hablar de él. Estudiantes, ante la ausencia de dinero para
contratar jugadores se inventaron una de: vamos a comenzar “un proceso”.
Siempre las directivas año a año, venden ilusiones, pero esa vez no. La gente
en el resto del país hablaba del “Mago” Stalin Rivas, un jugadorazo, de lo
mejor que he visto en el fútbol nacional, pero en Mérida, Stalin ya tenía
sinónimo, aunque el merideño, a la larga, le ganó la carrera.
Actualmente
Ruberth, ocupa el difícil cargo de Director Técnico en Estudiantes de Mérida, el
equipo que a cinco fechas lucha por permanecer en la categoría. Cómo desearía
que el torneo terminara hoy, que un rayo cayera sobre la FVF y dijeran, se
paraliza el torneo, se termina, no hay los modos para continuar, pero a pesar
de que son los creadores de la improvisación, eso no sucederá… ¡o quien sabe!
Cuando las
cosas, se ponen así, comienzan los juicios a la Directiva, al Cuerpo Técnico, a
los jugadores. La frustración no pide paso, pero avanza. La decepción no sabe
de matemáticas, pero suma. Aquellos días de gloria de Ruberth y esa camada de
jóvenes merideños en la década del 90, parecen diferentes, distantes, no tanto
por el tiempo, sino por los escenarios llenos de alegría, se respiraba un
ambiente de futuro prometedor, de gloria para el fútbol merideño.
Pero me
tomo un café, la sobriedad como mi principal herramienta para ver el fútbol, levanta
la mano, y aunque a muchos nos cueste darle el derecho de palabra en este
momento de ofuscación, porque sólo un punto nos separa del descenso, me pregunta.
¿Y que momentos eran aquellos? ¿Sobraba presupuesto? ¿Aparecieron patrocinantes?¿Nos
sobraban jugadores de cartel para reforzar al equipo?¿La afición nos abandonó?¿Veníamos
de ser campeones? Y aunque miré para otro lado, la misma sobriedad me enfrentó
y esperaba una respuesta. No le pedí que me repitiera las preguntas, porque
todas las respuestas eran impensadas, porque todas eran no.
¿Y quién
fue nuestro goleador ese año? ¿Quién era nuestra figura en esa Copa Venezuela
del 94?¿Quien fue la figura años después en Libertadores?¿Quien fue el goleador
de aquella Vinotinto en Mar del Plata y en el Boom Vinotinto? Y en ese momento
la sobriedad ya no levantaba la mano, sino me sentó y se esfumó, como para que
yo mismo respondiera, como hacía instantes, porque todas las respuestas eran impensadas
y todas conducían a lo mismo, ahí fui yo quien levanté la mano, para decir fue Ruberth,
fue Ruberth.
Y me
acordé de un pasaje de una película infantil, que compartí con mis hijos y
esposa, a quien le comenté que era una buena forma de dar cabida a la
tolerancia, la fe y la esperanza. “En cierta forma, el trabajo de un crítico es
fácil, arriesgamos poco, tenemos poder para juzgar a aquellos que ofrecen su
trabajo y su servicio a nuestro juicio, prosperamos con las críticas negativas
divertidas y fáciles escribir y de leer, pero la triste verdad que debemos enfrentar, y es que en el gran orden de las cosas, un
simple bocado de basura tiene mas significado que nuestra critica. Sólo hay un
momento en que un equipo arriesga algo, y es en el descubrimiento y defensa de
algo nuevo, el mundo es a veces injusto con los nuevos talentos. Las nuevas creaciones
necesitan amigos. (Anton Ego, Ratatouille).
No es la primera crisis, lo sabemos. Pero siempre hemos estado ahí. Empujando el último gol, sumando el último punto y si nos dan unas décimas, mucho mejor.