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lunes, 21 de marzo de 2016

Dos pasos a uno....



 Acudir a un juego de fútbol implica muchas veces, y si hacemos un inventario serio, tiempo, dinero, momentos para compartir un domingo en familia, porque no toda ansía ir al estadio. Vi que muchos hacían otro tipo de sacrificios que no estaban en mi inventario, pero como que eso es el precio de ser fanático.

Hace algún tiempo escuché que la afición de Estudiantes de Mérida era muy noble, y me he quedado con esa sensación todo el tiempo. La nobleza la medimos en ese afán o deseo  de acompañar al equipo “en la buenas y en las malas”, como los buenos amigos.

Cuando caminaba al estadio, vi que mi inventario se quedaba aún mas corto. Hay otros sacrificios que no estaban en mi "repertorio" como por ejemplo tomar hasta 3 unidades de transporte para llegar cerca del estadio, llevar al hijo a hombros porque ya está cansado y de paso caminarse unos 300 metros para llegar a la taquilla y le "tiren" las entradas.

El psicólogo Freud afirma que a través del fanatismo el hombre busca su felicidad y su seguridad. Otra definición establece “Un fanático también es aquel que se entusiasma o preocupa ciegamente por algo”.  Creo que ambas tienen razón en cierto aspecto pero la propuesta de un Sociólogo Erich Fromm establece que las personas se hacen fanáticas para “escapar de la soledad”. Esa no la entendí.

Vi en la parte trasera de la camiseta de un señor de avanzada edad, el logo de Polar, esa marca de bebidas que patrocina diversos equipos profesionales, pero no la asocié con Estudiantes sino con la del Caracas FC, y pensé que el señor quería apoyar a Estudiantes porque al ser del Caracas aplicaba esa de  “somos amigos  si tenemos enemigos  en común,”. El lento andar del señor, con cierto nivel de dificultad para caminar o cojera leve,  me dio para dar 4 pasos más y sobrepasarlo, y como no dejo que la intriga me coma, volteo para confirmar mi sospecha, pero nada que ver, la camiseta era de Estudiantes. Lamenté que viniera solo, sin compañía, caminando con gran esfuerzo. Y pensé “Este señor debe tener más cuentos que yo”

El movimiento de la taquilla era aceptable, porque con la irregularidad del equipo, la última derrota y el hecho de que el Metropolitano no ha sido nuestro fortín, hacía de pronóstico reservado la asistencia de público. Pero el hecho de que venía Táchira, a quienes le hemos aguado la fiesta mas de una vez  y ellos a nosotros, motivaba a ir al estadio y celebrar una victoria. Ir por televisión en transmisión nacional e internacional, motivaba a algunos a demostrarle al continente que en Mérida el estadio no es pelado ni la cancha ni la tribuna, como han demostrado la mayoría de las transmisiones. El efecto nobleza de la afición, seguramente cobraba vida en este juego.

Me siento al lado de una de las barras, y aunque disfruto, digiero analizo mejor el juego en soledad y en silencio, la compañía de pequeños fanáticos me estimulo a mostrarle como las barras viven el juego, aunque a veces había que taparles los oídos. Contrario a la Reserva de Admisión, me gusta que vengan fanáticos de otros equipos, eso engalana el estadio, y mas cuando están mezclados, pero como los ánimos están a flor de piel, pues es mejor tenerlos a los otros aficionados en otras tribunas. Creo que nos acostumbraros  a que nos dividan, nos enseñaron que así se vive mejor.

 Vi que hay mucha juventud en la barra, creo que hay que tener mucho aguante para estar gritando todo el partido. Por un momento vi al tamborero sobarse la mano y quitarse el guante para verificar su buen estado. Otro se tomaba la garganta y hacia movimientos tal cual estuviera inflando la bombita para seguir gritando, a lo último y producto del cansancio y frustración del partido, sus ánimos cayeron  y los improperios cambiaron dedicatoria. Algunos desde diferentes puntos, no sólo de la barra, querían pagar su frustración con el equipo visitante, el árbitro y hasta los cuerpos de seguridad con botellas y termos. Métase a Guardia le gritaron a Pérez Greco, pues el delantero tachirense le quitó el escudo a un policía y de inmediato salió corriendo al tunel. Cuando todos los visitantes pasaron, hasta el propio coco, esa mascota que puede escribir otro libro con anécdotas en cancha, llevo sus improperios.

Puta, 4 a 1 fue la derrota, fue una paliza para el equipo de Scarpeccio, “Huguito” Briceño, de Scaminacci del mismo Ruberth Morán y otros legendarios que vistieron la camiseta y para otros como Guillermo Soto Rosa, que amaba este equipo, pero además de ellos, para ese señor que caminaba cojito en soledad, que mientras yo daba 1 paso con mi hijo, él daba dos. Allí me acordé de aquella teoría que establecía que la gente busca hacerce fanática a algo porque se aleja de la soledad, a lo mejor, en su nobleza, su mejor amigo es Estudiantes.

Mientras yo manejaba a mi casa a altas horas de la noche y cerrando los vidrios para evitar malos ratos, otros, y se me quedó desbaratado mi inventario, caminaban con sus hijos al hombro, no sólo el elevado sino hasta llegar a una parada de buseta, a unos 800 o mil metros, porque ese es el precio de ser fanático de Estudiantes de Mérida.

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viernes, 18 de marzo de 2016

"Fuimos local en tu ciudad"



Esa pancarta desplegada domingo a domingo por los fanáticos del Táchira en los estadios de Venezuela que reza "Somos local en tu ciudad" en alusión a la gran presencia de fanáticos en condición de visita del equipo aurinegro que en ocasiones sobrepasa el apoyo que le generan al equipo de fútbol local. Pero esa historia yo la conozco.

Sonó el pitazo y la amargura de los aficionados de Estudiantes de Mérida FC estaba en el ambiente. La ente regulador del fútbol venezolano, no se si era la Liga o la FVF, enviaba un boletín afirmando que la cancha del Soto Rosa, sede del 45 del mundo en 1999, y donde décadas antes jugó Real Madrid, estaba suspendido y el próximo juego del académico debía jugarse en otro lugar.

En el estado Mérida, dos ciudades reunían las condiciones para albergar un juego profesional, El Vigía cuyo equipo jugaba en segunda división y Tovar, pero el ente regulador Federación o Liga, no recuerdo bien porque a inicios de los años 90 era dos cosas totalmente diferentes, establecieron que el juego debía efectuarse fuera del estado, a pesar de los ruegos y súplicas de la presidenta del equipo, Yolanda de García, primera mujer en dirigir un equipo de fútbol profesional en Venezuela.

¿Jugar en San Cristóbal, la sede de U. A. Táchira? Era como ilógico, pues el rival a enfrentar era precisamente Unión Atlético Táchira, ese equipo que venía envalentonado sin perder juego alguno en su sede, Pueblo Nuevo. Era el equipo de los que peleaban el torneo, conjuntamente con Marítimo, Caracas y Minerven. U A Táchira era el equipo que había logrado mas puntos  de local y sólo había tenido una mala tarde ante ULA-Mérida, al cual finalmente pudo arañarle un empate en los últimos minutos. Pero cada salida, era victoria segura, cada salida había un gol mínimo para Táchira y Estudiantes ya estaba cansado de tanta irregularidad en el torneo.

“Pueden jugar acá”, dijeron los tachirenses. Los aurinegros se frotaban las manos, les salía candela pues un juego que en teoría disputarían en carretera lo harían ante su público, ese que promediaba mas de 25 mil personas y en una cancha que al pisarla eran goles seguros y dos puntos seguros (antes era 2 puntos por triunfo y no tres como ahora). Pueblo Nuevo era un fuerte y sería su tercer juego consecutivo en casa, en las dos fechas anteriores venía de ganarles a dos candidatos, Mineros y Caracas, anotándoles 9 goles a los dos. Era una máquina y quería su quinta estrella.

La semana transcurrió en preparativos y los tachirenses lanzaron otra perlita, “por jugarse en San Cristóbal, las vallas son nuestras”. Obvio se jugaba en su casa y la recién creada TRT (la TV Local) transmitiría el juego.  La dirigencia académica, estaba en las regocijantes manos de los tachirenses, no podía hacer nada.  Rudy Pérez, el cantante dominicano se los dijo “era fiesta era para dos….”

Durante la semana la radio merideña anunciaba que Estudiantes jugaría en Pueblo Nuevo, San Cristóbal de local y la Televisora Andina de Mérida transmitiría el juego en vivo, algo bastante complicado para un canal pequeño como TAM y que sería una de las primeras veces, o si no la primera desde otra ciudad. Hubo diversas opiniones de donde disputar el encuentro pero Valera y Barinas, las ciudades más cercanas,  serían sede ese día de encuentros de Trujillanos y Atlético Zamora respectivamente.

“El estadio está totalmente lleno” anunciaban los comentaristas tachirenses y agregaban “Hoy  7 de marzo de 1993 jugaremos de local”. Es cierto, el estadio se llenó porque el equipo derrotaba a quien se le presentara y si ya le había ganado a dos candidatos, no veían problemas en derrotar a un equipo como el merideño que apenas había sumado dos victorias de visita ante los equipos que luchaban por no descender como  Portuguesa y Deportivo Italia, el penta a la postre cayó a segunda.

Ese día era crucial, Táchira “jugaba en casa”; Caracas se enfrentaba por el liderato con Marítimo y Minerven jugaba en casa con Galicia, es decir, estaba todo servido para que Táchira se fuera a la punta, era sólo cuestión de seguir la fórmula: ganar en casa y esperar que bajaran a Marítimo.

Los tachirenses tienen una pancarta que dice “Somos Local en tu ciudad” la verdad es que esa frase se las dijo un merideño a la Avalancha Sur, les gustó y la copiaron, porque ese día Estudiantes de Mérida emuló los grandes momentos. Por un lado consiguió el triunfo al derrotarlo  1 x 0,  se trajo los 2 puntos, le pagaron todo, y recolectó la taquilla mas envidiable de toda Venezuela.

Fue un golpe bajo para los aurinegros y aunque siguieron ganando y hasta goleando esos dos puntos les hicieron falta para estar en el primer lugar, puesto que ocupó Marítimo de Venezuela con 41 puntos, en contraparte de los 39 de los fronterizos. 


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miércoles, 9 de marzo de 2016

La Culpa es de la Vaca



Todos sabemos como ganaba aquí los campeonatos el Portuguesa" comentaba hace algunos años por la radio un directivo de Estudiantes de Mérida, luego de uno de esos juegos donde el arbitraje no sólo se ponía en tela de juicio sino que la tela tapaba el caradurismo del arbitraje que era abismal la parcialidad, donde no era un arbitro quien dirigía, sino un jugador del otro equipo vestido en esa época de negro.

Fue una de las primeras cosa que escuché. Luego al entrar en el medio periodístico con el semanario Planeta Deportivo, me sentaba con personas con amplio recorrido no sólo en el fútbol sino en el pasillo, en los camerinos y hasta en la mesas donde se negociaban los contratos. Escuchaba cosas que jamás uno como aficionado se entera y que no se divulgan por un código de ética o a veces hasta de vergüenza.

En el  libro La Culpa es de la Vaca, el autor Jaime Lopera reúne anécdotas, fábulas y parábolas de diversa procedencia que giran en torno a un punto común: la necesidad del cambio en las personas. En resumen el libro detalla como un gran maestro, mata clandestinamente la vaca, que es  la única fuente de ingreso de una familia pobre, lo que provoca un cambio general en los integrantes de la misma cuya necesidad de cambio y búsqueda de ingresos la lleva a descubrir su potencial y se transforma en una familia acaudalada.

Una vez me reúno con gente ligada al fútbol, de esos que tienen mas anécdotas que canas, entre ellos gente muy selectiva de los medios, de las canchas, de las mesa directivas, y en medio de un café empiezan esos cuentos, que cuando abres la boca para sorprenderte, empiezas a escuchar otro que demanda el mismo nivel de sorpresa y hasta risa.

“Te acuerdas del árbitro XXXXX, si ese mismo que llegaba a Acarigua dos días antes y los directivos del Portuguesa lo metían en un buen hotel y cuando mandaba la ficha del partido la mandaba con el resultado al revés”. Cosas por el estilo, que me recordó aquella declaración del directivo académico luego de un nefasto arbitraje en un juego entre Estudiantes de Mérida contra el desaparecido Nacional Táchira en el Soto Rosa en horas de la noche.

Y me dicen claro chamo, aquí los árbitros ayudaban mucho al actual Pentacampeón Portuguesa. Una vez llegó un arbitro y vio el último entrenamiento del Portuguesa previo a un partido profesional y dijo “Para que entrenan si ya ganaron”. No es que digamos que el equipo llanero vivía de los árbitros pero si que el poderío económico del equipo lograba contratar jugadores de calidad, pero una ayudita del “Hombre de Negro” quizás de allí la expresión “La mano negra”, no estaría demás.

El poder de Portuguesa fue tal, que hasta la fecha han sido los que han pagado la trasferencia mas alta en Dólares dentro del fútbol nacional por un futbolista venezolano, la suma de $250.000,00 por el merideño Richard Páez. En el momento de alta rivalidad entre Portuguesa y Estudiantes.

Una de esas ayuditas que tenían los del “Penta” fue que para un juego entre Portuguesa y los andinos, la ficha del juego previo, fue modificada y alterada de tal manera que algún jugador de merideño no pudo disputar ese juego a pesar de que había entrenado y viajado con el equipo. En esa época y hasta finales de los 90, las fichas oficiales se veían horas antes del juego o había que llamar a la Liga para enterarse de las amonestaciones. Pero al parecer esa información  no se recibió en los predios del equipo merideño, el cual tuvo que jugar siguiendo las normativas y la anécdota no me refleja ni año, ni resultado. Luego del juego y tomando en cuenta las “buenas condiciones” de aquel autobús que hoy pasea entre San Jacinto y Mérida, se dispusieron a viajar a la ciudad de Mérida.

Uno de esos jugadores afectados por la imprevista sanción, con la “adrenalina” retenida de jugar un “clásico”, de no poder jugar ante aquel jugador que en el partido pasado le había sembrado venganza, venía caliente mentalmente, tal vez aupado por el resultado. Al comenzar a subir las montañas andinas el frío, la hora  y el cansancio comenzó a hacer mella en la plantilla, sobretodo aquella que había disputado el encuentro. Pero ese jugador que no pudo sudar la camiseta ese día en la cancha, le pidió al chofer que abriera la puerta del autobús, que estaba caliente que tenía calor y que todos estaban dormidos, que nadie le paraba pelotas en el bus.

El Chofer, siguiendo las instrucciones del jugador abre la puerta delantera del autobús y ve como el deportista empieza a  disfrutar de la iluminación que refleja la luna en pleno páramo merideño a media noche, como se manifiesta la luna en las montañas, en los frailejones, creo que para esa época aún no había ocurrido el ecocidio de los  pinos trasplantados, así que era el páramo natural en su conjunto para el sólo, pues el resto a excepción del chofer y él, dormían.

Esa carretera en los años 70 y mas aún pasada la media noche era poco transitada. Las costumbres de la zona era la de pastorear las vacas en los lados de la carretera quizás porque era mas fácil mudarlas para alimentarlas en otro lugar. Repentinamente una vaca apareció en medio de la noche frente al bus que transportaba a Estudiantes de Mérida, el chofer usando su pericia logró esquivar por centímetros el animal y la vaca pasó justo por el lado derecho de la unidad. El jugador que venía justo en la puerta, tal vez rezó para que la vaca terminara de atravesar el frente del bus y cuando vio que el bus avanzaba sin golpearla se la encontró de frente, pero su reacción no fue la de comentarle al chofer la peligrosa experiencia y hasta felicitarlo sino la de descargar su furia, su adrenalina retenida, su rabia contenida de no poder vengarse de aquel que le puso el pie hinchado en el duelo anterior, golpeando con su pie derecho al pesado animal, ese mismo que hubiese sido capaz de destrozar el frente del autobús y dañar el motor si el chofer no hubiese tenido la habilidad de esquivarlo.

La adrenalina se transformó en dolor, el dolor en gritos, los gritos en el despertar del resto de la plantilla y la plantilla quedó ausente de tan valiosa pieza por unos cuantos meses.

Portuguesa vino a Mérida y se lleva un triunfo, ese mismo que ellos tal vez ni lo pensaban y que nosotros los seguidores de Estudiantes lo contábamos como 3 puntos. Algunos culpan a Manuel, otros a Raymond, a Gustavo al sistema. Tal vez la Culpa es de la Vaca, esa que no permite que el equipo crezca y que siga viviendo de la historia y de las mecenas. 

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Ficha del juego  Miércoles 2-3-2016

 Estudiantes de Mérida 1-2 Portuguesa FC – Domingo 6.3.2016
Estudiantes de Mérida (1):
Alejandro Araque; Omar Labrador; Marlon Bastardo, Manuel Rodríguez, Wislintos Rentería, Gustavo Páez, Mario Mosquera (Norman Cabrera 64’), Jorge Ruíz (Héctor Acosta 72’), Andrés Rouga, Winston Azuaje (Rodrigo Morales 50’) y Wilson Guerrero*. DT: Raymond Páez.
 
Suplentes sin jugar: Miguel Vásquez, Cristhian Rivas*, Richard Lobo y Oscar Guillén.
 
Portuguesa FC (2):
Eduardo Lima; Jhon Ariza, Jorge Luna, Gilber Guerra, Joel Cáceres, Jhon Chacón, Raudy Guerrero, Freddy Vásquez* (Carlos Alfaro 90+1’), Romer Rojas (Daniel Linárez 76’), Andrés Hernández (Erick Sarmiento* 81’) y Luis Martínez. DT: Renato Renauro.

Suplentes sin jugar:
Argenis Márquez, Argel Silva*, Brando Castillo y Darvin Lavado.

Goles:
Jorge Ruíz 19’ (MER) Andrés Hernández 52’ y Romer Rojas 61’ (POR)
 
Amonestados:
Manuel Martínez 24’ Andrés Hernández 60’ Romer Rojas 61’ Gilber Guerra 69’ Jhon Ariza 78’ y Jorge Luna 81’ (POR)
 
Arbitro:
Freddy Briceño (Trujillo)
Asistente 1:
Roberto González (Trujillo)
 
Asistente 2:
William González (Trujillo)
 
4º Árbitro:
José Cecilio Hoyo (Trujillo)
 
Estadio:
Metropolitano en Mérida
 
Asistencia:
2.341 personas
 
Delegado FVF:
César Durán.

jueves, 3 de marzo de 2016

De pobres a Libertadores...


“Primo Estudiantes es un pobre equipo, no tiene nada” me dijo mi primo maracucho. “mira si vez bien, el atlético es un equipo nuevo y va mejor en la tabla, Estudiantes metió el gol porque el (piiiiiii) portero estaba mal para´o. Mucha bulla ese equipo”. Esos comentarios salieron luego de que el Atlético Zulia y Estudiantes de Mérida se enfrentaran aquel domingo en la ciudad de Maracaibo.

 Yo lo escuché con atención, pero la verdad no le refuté nada, hay gente con la que no vale la pena discutir porque además me habló hasta de sistemas. Y seguía “Estudiantes no tenía delanteros, no había quien pisara la pelota” en fin, me encontré al erudito del fútbol en Circunvalación 2. El primo me hablaba con aquella soltura de fútbol, que daba la impresión de que el fútbol lo llevara en la venas aunque usaba gorra de las Águilas, ese equipo de béisbol que en esa época no ganaba nada y la gente poco lo acompañaba al estadio.

 Ese domingo estaba yo en Maracaibo que por motivos académicos, fue la ciudad que me cobijo por 5 calurosos y simpáticos meses. El día del juego con Estudiantes, lo pedí libre y me fui con mi prima al estadio. Por haber trabajado en la radio en Mérida con la desaparecida Éxitos 1560, tenía un carnet de medios y pude “chapear” no tanto por la entrada sino me gusta el ambiente de los camerinos. Aunque por no dejar a mi prima sola, me quede en las tribunas

Corrían 1997 y ese Estudiantes de Mérida, venía dando tumbos, ganaba, perdía, era un tanto irregular. Pero no me podia perder el hecho de que Estudiantes jugaría en Maracaibo y ganarle una a los maracuchos sería interesante para apaciguar los chistes de gochos. Algo me sorprendió al llegar a tierras zulianas y fue el hecho de que el Atlético Zulia, o el Atlético como le llamaban ellos al equipo, tenía una gran cantidad de aficionados de calle, esos que no iban al estadio pero que le seguían.

Ese era mi segundo juego como aficionado en el Pachencho Romero, el primero había sido entre el Atlético y el Minerven al cual acudí con un primo político que como muchos marabinos, hablaba de cualquier deporte. Mi interés por ir al estadio además de gustarme el fútbol fue por el hecho de que ese equipo estaba lleno de merideños entre ellos Ruberth Morán, Gabriel Urdaneta, "Coco" Solarte, "Pita" Chacón, sólo recuerdo esos cuatro pero se que la cuenta llegaba o siete u ocho merideños. Ese día guiñé el ojo porque en el merchandising que tenía el Atlético Zulia, poco habitual en los estadios venezolanos, se mercadeaba todo del equipo Azul y Negro y curiosamente algunos souvenirs de Estudiantes de Mérida.

 Aunque la temperatura era alta, mi única pieza blanqui roja era un suéter, no tan andino, pero suéter al fin. Eso no fue motivo para no usarlo e identificarme perfectamente con el equipo. Al salir el académico, créanme que sentí una gran emoción, no me importó ser el único que le aplaudiera en todo el estadio, mi prima se hizo la loca, primero por hablar mas maracucho que los que me rodeaban y segundo porque no tenía ese sentido de pertenencia con el equipo.


Estudiantes comenzó jugando bien y eso me envalentonó, pero cuando los marabinos anotaron el primer gol, sentí lo que era sudar extra. Mi prima hasta gritó el gol de ellos, así que nada, la soledad y yo apoyábamos el equipo. Por allá gritaban, donde están los gochos y pues nada, echarme otra fría, para refrescarme. De repente levantó la cabeza y justamete estaba avanzando Martin Brignani desde el centro del campo, esquiva a un jugador y le mete ese pelotazo en el que el arquero Danny Vigas no pudo hacer nada, fue un golazo.

 Me levante yo sólo a aplaudir aupado por algunas bebidas refrescantes y al voltear veo otros cinco merideños con la camiseta a lo lejos del estadio. Ellos no fueron bolsas y no se metieron a la candela. Ese juego lo viví intensamente porque era una cuestión de honor para mi. En algunos pasajes Estudiantes casi anotaba el segundo, creo que Dolguetta tuvo una gran partido ese día. Antes de finalizar el juego, Brignani comete una fuerte entrada y causó ira en la afición por la dureza de la misma. Lo expulsaron del juego y la gente comenzó Gocho HP airadamente, pende que mas bien deberían gritarle Gaucho HP por sus orígenes argentinos. La gente se levantó y todo. Mi suerte casi que dependía del suéter, así que el bolso de mi prima fue el lugar ideal. Aproveché de escabullirme entre cerveza, gritos y mentadas de madre. Cuando Brignani pisaba la pista atlética le empezaron a lanzar objetos que ameritó la intervención de la policía, con la fortuna de que ese estadio tiene entrada a los camerinos por detrás de los arcos., así se apaciguó el altercado. Al final, el partido terminó empatado a l gol.

 Al día siguiente, Panorama describía el juego como uno de los más emocionantes de la temporada, así como el de mejor Taquilla. Caminé con la frente en alta aunque nadie debía imaginarse que mi orgullo se debiera a un partido de fútbol. A lo mejor presumí lo que vendría meses después, ese mismo equipo de Richard Páez y compañía que logró el sub campeonato de Estudiantes de Mérida que lo llevó a aquella Heroica Copa Libertadores con tanto talento merideño y venezolano.


También ocurrió así con JBL, no lo viví de cerca, pero a muchos merideños nos alegró ese triunfo de visita. Porque más allá del juego, se vio la reacción, el fútbol, romper la racha de juegos sin ganar de visita, ganarle a un equipo al que no hay que dejarle sumar. Es que le ganemos a quien le ganemos, es motivo de alegría…

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Ficha del juego  Miércoles 2-3-2016


Deportivo JBL Zulia 1-2 Estudiantes de Mérida

Dvo JBL Zulia (1): Yoger Requena, Jordán Arcilla, Ángel Agnello, Anthony Guanipa, Joan Landaeta; Jhon González, José Martínez; Oscar Núñez (Yohan González 75’), Luis Castro (Rene Alarcón 68’) y Richard Celis (Jhony Rodríguez 65’). DT: Frank Flores.

Suplentes sin jugar: Juan Chourio, Ronald Valera*, Andrés Aristizabal y Francisco Domingo.

Estudiantes de Mérida (2): Alejandro Araque, Marlon Bastardo, Atahualpa González, Andrés Rouga (Manuel Rodríguez 75’), Rodrigo Morales; Wislintos Rentería (Oscar Guillen 65’), Wilson Guerrero *, Winston Azuaje, Gustavo Páez, Jesús Ramírez (Jorge Ruiz 59’) y Mario Mosquera. DT: Raymond Páez.

Suplentes sin jugar: Hermis Polanco, Héctor Acosta, Rubén Rivas y Yunior Valbuena

Goles: Luis Castro 38’ (JBL) Gustavo Páez 71’ y 86’ (EST)


Amonestados: Anthony Guanipa 79’ y Ángel Agnello 90+4’ (JBL) Rodrigo Morales 26’, Wislintos Rentería 53’ y Mario Mosquera 90’ (EST)

Arbitro: Yilbert Bermúdez (Táchira)

Asistente 1: Luis Murillo (Táchira)

Asistente 2: Jackson Díaz (Táchira)

4º Árbitro: Ayrton Santamaría (Táchira)

Estadio: Pachencho Romero en Maracaibo

Asistencia: 1.102 personas

Delegado FVF: Álvaro Freyle




Dvo JBL Zulia (1): Yoger Requena, Jordán Arcilla, Ángel Agnello, Anthony Guanipa, Joan Landaeta; Jhon González, José Martínez; Oscar Núñez (Yohan González 75’), Luis Castro (Rene Alarcón 68’) y Richard Celis (Jhony Rodríguez 65’). DT: Frank Flores.
Suplentes sin jugar: Juan Chourio, Ronald Valera*, Andrés Aristizabal y Francisco Domingo.
Estudiantes de Mérida (2): Alejandro Araque, Marlon Bastardo, Atahualpa González, Andrés Rouga (Manuel Rodríguez 75’), Rodrigo Morales; Wislintos Rentería (Oscar Guillen 65’), Wilson Guerrero *, Winston Azuaje, Gustavo Páez, Jesús Ramírez (Jorge Ruiz 59’) y Mario Mosquera. DT: Raymond Páez.
Suplentes sin jugar: Hermis Polanco, Héctor Acosta, Rubén Rivas y Yunior Valbuena
Goles: Luis Castro 38’ (JBL) Gustavo Páez 71’ y 86’ (EST)
Amonestados: Anthony Guanipa 79’ y Ángel Agnello 90+4’ (JBL) Rodrigo Morales 26’, Wislintos Rentería 53’ y Mario Mosquera 90’ (EST)
Arbitro: Yilbert Bermúdez (Táchira)
Asistente 1: Luis Murillo (Táchira)
Asistente 2: Jackson Díaz (Táchira)
4º Árbitro: Ayrton Santamaría (Táchira)
Estadio: Pachencho Romero en Maracaibo
Asistencia: 1.102 personas
Delegado FVF: Álvaro Freyle
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