Emilio Mola fue
un jugador de fútbol que una vez se envalentonó al mejor estilo Varela en el
mundial de 1930, para gritarle a los directivos de la Asociación Uruguaya de fútbol
que ellos no iban a jugar suavecito, que
ellos se iban a matar en la cancha para ganarle a Brasil. En esa oportunidad el
directivo uruguayo no lo tomó en serio y Varela al ver su actitud conformista
lo agarró por el cuello, lo levantó y allí se inspiró el maracanazo de 1950.
Emilio Mola tal
vez delantero, y por su apellido europeo, uno lo imagina alto (cabeceador),
fuerte (rematador), corpulento (fácil para ganar un cuerpo a cuerpo) no era más
que un militar. ¿Y qué carajo tiene ese que ver? coño, les digo que mucho. El
tal Mola nos hubiese agarrado a todos aquellos que con camiseta, carnet y todo
lo que nos identifique con Estudiantes de Mérida y nos juzga, nos pone a dudar
de nuestra simpatía y quehacer por el equipo.
Y es porque esta
historia no salió después del juego de Estudiantes de Mérida ante Mineros de
guayana, sino años atrás, 1936 para ser exactos, cuando en plena Guerra Civil Española
el mencionado Mola, un general sublevado, no dudo en mencionar que dentro de las filas
de los supuestos aliados habían figuras que desean a toda costa destruir,
amañar, empañar el avance de las tropas leales, que hasta ese momento se habían
organizado en 4 columnas, para conformar lo que denominó la Quinta Columna.
Por eso Mola
cobra un espacio clave en este momento. Y no es porque yo lo haya descubierto
hoy, sino que el tipo desde hace años nos está diciendo que en Estudiantes y en
muchos equipos de futbol hay una quinta columna. Por ejemplo, justo después del
gol de Monagas en aquella noche en el metropolitano que nos truncó la
posibilidad de acceder a la semifinal del torneo, unos 6 o 10 hinchas perdieron
la razón e invadieron la cancha. Allí Mola, como buen comunicador que fue, nos
hubiese dicho dónde están las tropas leales? Miren que aquí hay una quinta
columna que nos está jodiendo el espectáculo. Y no era que Mola era un erudito
para darse cuenta, de hecho cuando comenzó ese chaparrón de desastre en varias
tribunas, un aficionado de los que van seguramente en juegos claves, se
disponía a arrancar una de las sillas. Yo desde la distancia le llamé la
atención, el chamo me mira y como que se relaja. Pero uno que estaba a mi lado dice.
Pana aquí lo que se viene es una sanción.
Luego del juego,
mas allá de hablar del partido, se habló de las posibles sanciones, de un
sinfín de elementos extradeportivos que alimentaron nuestra esperanza de que saliéramos
ilesos, como efectivamente ocurrió meses después. Cada quien tenía sus fuentes
y cada una decía algo diferente. Dos juegos de local a puerta cerrada, todo el
torneo bajo la misma modalidad, cualquier cosa era creíble en ese momento y finalmente
la FVF nos dio tres juegos de suspensión, pero con anticipación sabíamos que algún
castigo nos iba a ocurrir.
Durante el primer
juego de sanción entre Estudiantes y Aragua me acordé de Mola, ¿otra vez?,
claro, si jugamos en una cancha en regular estado, a una hora ideal para el visitante,
en una plaza como Acarigua mas cercana para los aragüeños que para los
merideños, es decir aparecieron los de la quinta columna, los que debían haber
sabido con meses de anticipación que tendríamos una posible sanción o al menos
unas semanas para saber que bajo esas condiciones tendríamos muchas
posibilidades de perder la localía por los factores anteriormente enumerados. Y
no fue por el empate de ese día, no, sino que los mismos jugadores lo dijeron,
es mas el cuerpo técnico dijo que había que buscar otra plaza para el próximo juego.
Y me pregunté ¿Pero quién puso la sede, los locales o los visitantes? ¿Quién estableció
la hora? ¿Quién realmente fue local?
Una vez cumplido
el segundo juego de local, pero de visitante, con otro empate ante Mineros de
Guayana, no sé si buscar en las memorias de Emilio Mola el posible final de la
quinta columna de la época, pero sé que décadas después aún la recordamos en
los libros de historia universal. La quinta columna de Estudiantes de Mérida no está en Madrid, sino podría
estar en algunos aficionados, directivos, jugadores, comunicadores, o tal vez en
nuestro inconsciente, que no creemos que nos merezcamos nuevamente ser los
quintos de América.
@jesusalfredosp