Acto
I
Me
voy a un rincón del estadio. La verdad disfruto la soledad y la lectura como
pocos. Algunos las consideran un aburrimiento o un castigo, pera a mi no y eso
me ha permitido mas de lo que uno espera. Me quedo sentado en esa esquina
recostado a una pared, cuya deformación estructural me permitía usarla como
silla. De repente alguien viene caminando despacio y en franca conversación con
cualquiera al teléfono, hablaba poco y escuchaba mucho, sólo interrumpía para
asentir verbalmente con frases como “Ok”, “Está bien”, “No hay problema”, “Si
Frank” y así por el estilo.
Va
y viene, creo que no me ve, pero desde la distancia observa como entrena la
plantilla. ¿Qué pasaría por su mente? ¿Qué estará pasando me pregunto? Porque
salirse del entrenamiento para hablar por teléfono no es poca cosa, bueno al
menos para profesionales. Y eso no lo aprendí de un librito, sino de un regaño
que nos metió Pedrito Febles cuando dirigía a Estudiantes de Mérida. ¿Qué pasa?
Nos grita. Ricardo y yo, trabajando en 15.60 AM, nos fuimos de fortachones a
entrevistar a Luis Madriz creo que era, cuando pensamos que el entrenamiento
había finalizado, y apenas había acabado una parte de la sesión. Eso nos pasó
por llegar tarde. Luego vino el manojo de disculpas al profe quien desde que
llegó dijo que seríamos campeones, pero no terminó la temporada y un quinto
lugar que fue lo mas decoroso.
Pero
lo del profe Febres es otra cosa. Ese tipo había pasado por varios equipos, selección
y me dio una lección para toda la vida. Si unos dicen que el juego termina
hasta que se acaba, pues el entrenamiento también. Pero eso no lo entendió el
del teléfono porque cuelga la llamada y volvió al entrenamiento. Horas mas
tarde se daba a conocer la noticia. “Chuy” Vera no será mas el DT del equipo y
el nuevo entrenador es…. ¡Sí, el mismo! el que horas antes deambulaba con
teléfono en mano frente a mí, sin darse cuenta que allí estaba yo, viendo como
cocinaban un ciclo y comenzaba su nuevo reto, que a final de cuentas, su reto fue
copia de lo que había ocurrido esa tarde, deambular en el torneo.
Acto
II
Terminábamos
de entrenar. El sol y la luz artificial nos abandonaron y eso sí, cualquier día
era bueno para patear la pelota. Les cuento algo ¡eran buenas partidas! En mi
casa, mi padre tuvo la sabiduría de hacer la casa en medio de amplios terrenos
que dejaban espacio para todo, pero sobre todo para esas buenas partidas de
futbolito, o futbolín, como lo quieran llamar. Para mí eso era fútbol puro.
En
ese espacio de cuatro metros por seis, más de uno le perdió el miedo a la
pelota, a meter un regate, a hacer una chilena, aunque caer en el piso empedrado
le ocasionaría una lesión de por lo menos una semana sin jugar. Teníamos entre
seis y doce años y era salir a jugar era parte de nuestra rutina.
El
mayor de todos, Henry, y por eso el de más pericia con la pelota, se sentía
dominador del escenario. Obviamente sabía más de fútbol que nosotros. Era uno
de esos acomplejados que saben historias, pero además usan esa credibilidad
para agregarle dotes a quienes ya lo tenían. Nos contaba que “La Araña Negra”-
el portero ruso- que con el pasar de los años descubrí que no era de mentira
como otros y que inclusive pisó el estadio Guillermo Soto Rosa, era un famoso
arquero que no le entraba nada. Que era un tipo súper seguro y que sus últimos
días en la cancha paraba penaltis en silla de ruedas porque alguien lo partió y
enfatizó, lo reventó de un pelotazo.
Acto
III
Nosotros
echados sobre la grama, escuchando cualquier cosa, y lo bueno de pasar por
desapercibido es que no se limitan a decir nada, porque quieren demostrar que
su fuente es la mejor. El jugador no es cualquiera, tiene un dote que no se ha
visto antes, algo particular. Aún no ha pisado Venezuela y se creía que ni
siquiera vendría, porque como ha pasado con algunos, consideran que tienen
mucho cartel para manchar su curriculum en un fútbol de baja calidad.
En la
radio no se dijo nada, creo que ni lo imaginaron, como cuando anunciaron al
posibilidad de que Carlos Valderrama viniera al Caracas y el Unión Magdalena lo
puso intransferible, aunque el equipo capitalino tenía los $460 mil que pedían
los colombianos. O cuando se rumoreó que Estudiantes
buscó firmar a Stalin Rivas quien estaba un tanto fastidiado en el Caracas
luego de su paso por el fútbol de Bélgica. Es decir, algo alejado de la
imaginación.
Es
un jugador que por sus características físicas usa zapatos especiales, que ni
el Dr Scholls, lo tiene acá. Su principal virtud es el tiro libre, porque con
el efecto de su pie, levanta tanto la pelota que es dificultoso para un arquero
imaginar el destino de la pelota. No sólo por la altura o la caída, sino además
el efecto que toma una vez el balón es impactado. Obviamente posee gran
estatura, por lo que en los tiros de esquina se solucionará el tema de quien
busca el cabezazo. Mi radar obviamente no detectaba nombres ni pistas, el
mercado internacional como Henry indicaba, era muy amplio, así que desistí de
sacar nombres a flote.
@jesusalfredosp