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jueves, 14 de abril de 2016

Son uno peseteros


Las manos sudaban, la garganta se transformaba en aquella jugada en la que el balón trastabilla y apenas pasa el medio campo. Miraba a su derecha porque era al único lugar por donde podría salir, se imaginaba al correcaminos y su beep beep y dejar como el coyote a quien venía por la izquierda, como una tromba de tres delanteros contra uno, a aquel comentarista de radio con micrófono en mano, quien uno a uno demandaba a los aficionados presentes en la fila, sus impresiones sobre ese Mineros de Guayana. Pero el era el único aficionado niño, no sabia si lo entrevistaría o no, pero el nerviosismo se apoderaba de sí, No quería pasar una vergüenza, no solo ante el micrófono sino ante todas la personas que en círculo, se disponían a escuchar lo que cada uno decía.


“Mineros es un gran equipo, siempre tradicional”, comentaba un aficionado. “Esta participando en Libertadores, es un juego sumamente complicado” y así por el estilo cada uno fijaba su posición. En algunos casos, los aficionados se meten a comentaristas y en otros los comentaristas a aficionados. En algunos casos son éxito. Unos con mas base que otros emitían sus criterios y el comentarista asentía y trataba de sacar lo mejor de cada fanático e inclusive buscaba que algún señalamiento castigar a algún culpable por la regular campaña de Estudiantes de Mérida.



El pequeño fanático tenia en mente a dos jugadores merideños René Torres e Ildemaro Fernández, quienes habían partido a jugar con el equipo guayanés y unirse a otro legendario jugador venezolano como Cesar Baena, el mismo que había visto por TV en la selección nacional. No hallaba otro punto de conversación con aquel comentarista, porque cualquier otra idea pudiera causar tartamudez o desconocimiento. En la época en que la ausencia de mensajes de texto, redes sociales o cualquier otro medio de interacción entre el oyente-fanático y la radio, Pablo Chacón Pérez, aquel legendario narrador merideño que perdió la vida montado en una bicicleta, salía con su equipo de comentaristas a la tribuna a recoger impresiones del aficionado y lograr que dijeran “Subiendo, Subiendo, Subiendo en sintonía”, una  frase acuñada a este personaje quien premiaba con una felicitación al que mejor lo dijera.



Justo dos puestos antes del benjamín aficionado, empiezan las rechiflas. Ese grupo de oyentes que estaba sumergidos en lo que decía cada uno de ellos y haciendo gala de sus conocimientos, voltea a la cancha y ven como salía Mineros al calentamiento. Toda la escena de entrevistas se acabaron. La transmisión se volcó a lo que acontecía en cancha y Mineros con figuras de selección nacional y reforzado para enfrentar a los uruguayos en Copa Libertadores mostraba a sus talentosos jugadores  entre ellos a los merideños René Torres, Ildemaro Fernández, había otro de apellido Meza y creo que hasta el utilero Omar Paredes, formaba parte del equipo.



El portero Baena volaba de un lado para el otro, un tipo seguro. René el mismo marcador que le había anotado un soberano golazo al campeón mundial Argentina, con  robo incluido  a Daniel Pasarella, probaba desde media distancia. Ildemaro como siempre inquietando la portería de Lugo, un portero uruguayo de lo mejor que mostró Estudiantes ese día y esa campaña. Alfredo López, DT de Mineros y quien años después dirigiría a Estudiantes de Mérida, se encontraba pegado en la banda, porque Mineros no podía concretar la victoria. “Mineros se enredó con Estudiantes” fue el titular de una revista llamada Mérida Deportiva, con el logo de un aficionado cargando a cuestas el escudo académico. Al final el empate era justo, pero quien levantaba la copa que se llevó ese día Mineros no era Baena, sino el mismo René Torres quien con sonrisa natural se la mostraba al publico.

Los jugadores debían pasar por un túnel que no estaba a un par de metros de distancia de la tribuna, por lo que cualquier persona podía acudir, ver, insultar y hasta escupir a cualquier persona que fuera al camerino. Pero el pequeño solo quería ver a los jugadores, aunque no dejaba de juzgarlos.  “Pesetero le gritaron” y el benjamín aficionado le dio la razón. Cómo un merideño va a jugar en otro equipo y de paso alegrase por perjudicarlo, pensó. No se puede ser tan cruel jugar para otro equipo, quitarse la camiseta de una temporada a otra y besarla como hacen muchos ahora. El no haría eso, el se mataría por jugar en ese Estudiantes hasta la muerte y jamás marcharse del equipo. El no sería un pesetero.




El benjamín creció, jugó, se mudó y tuvo que cambiar de amigos, de escuela, de equipos donde jugaba y no sabía si sentirse un pesetero por cambiar de equipo. Años después los merideños René Torres e Ildemaro dejaron Mineros y volvieron a jugar en Estudiantes de Mérida, ya no eran peseteros, ya eran del equipo nuevamente, el tiempo les dio revancha no para levantar una copa, pero si uno que otro trofeo dominical. Allí comprendió que “no eran peseteros” sino que la vida y el fútbol es eso, un mundo de oportunidades que no puedes darte el lujo de fallar, que los jugadores tienen un sentimiento, pero además de eso una profesión, que muchos sueñan con levantar una copa con su equipo como otros aficionados, pero que van a aprender a otros equipos para que luego al volver como Ildemaro, René y otros jugadores, se maten por el equipo. Nada mas que Estudiantes de Mérida,  se sigue enredando.



Los titulares de prensa cambian, los jugadores cambian, la tabla cambia, fecha tras fecha y todo eso cambia. El Diario del Caroní podría haber titulado “Mineros se enredó con Estudiantes” años después el titular podría haber sido el mismo, aunque el benjamín ya entienda que no son peseteros.


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