Hice un ejercicio de tolerancia, un muy buen ejercicio. Estuve durante la previa y durante los 90
minutos soportando que un trío de fanáticos comentara cada jugada, cada
movimiento del juego. Y no significa que no me guste escuchar opiniones, al contrario,
me nutre, pero coño, que estos tipos se crean más que Brignani y La Pulga es
sin duda es para borrarlos del mapa, pero repito, era un ejercicio de tolerancia
y como mi mamá me dio de herencia la religión apliqué aquella frase de Victor
Hugo que rezaba, “la tolerancia es la mejor religión”.
No éramos los mismos 3 mil fanáticos que siempre íbamos en temporadas
pasadas. A pesar de las limitaciones en transporte y combustible, el Metropolitano
albergó una nutrida afición que trae a aquellos melancólicos de grandes resultados,
a aquellos que simplemente van a ver qué pasa y hasta a aquellos que van a
pedir matrimonio. Pero también a
aquellos que creen que el DT Brignani , el delantero Mena, La Pulga o Chiki no
saben lo que hacen.
Y ahí estaba yo, justo en la fila inferior. Es decir, cada uno de sus
comentarios los tenía en la pata del oído, no había manera de zafarme. Cuando
el equipo no respondía, emitían frases entre peyorativas y vulgares. Cuando se
produce el penalti y el gol para Aragua, un bandada de Padres Nuestros salen de
su boca. Yo sentía que era una manera que ellos tenían para drenar, pero mientras ellos seguían
yo retomaba mi práctica religiosa, la tolerancia.
“Dejen la bulla” – les dice una chica que estaba tres filas más abajo. Yo no volteé para ver la reacción de los
eruditas, pero oí claramente cuando la mandaron a su casa. En eso Andris
Herrera le pega al arco pero fue infructuoso y sale uno de ellos diciendo “levántela
hijuexuta”. Yo analicé la jugada y claro, levantarla era una buena opción, pero desde la tribuna,
sentado y sacándole la generación a cualquiera, se ve todo súper fácil.
En el segundo tiempo, y cuando el equipo académico tomó las riendas del juego,
las oportunidades aumentaron. La frase “levántela hijuexuta” pareciera que era
la única opción que veía uno de los eruditas cada vez que a “Chiki”, “Pulga”,
Mena se les ocurriera disparar al arco.
Al aproximarse la salida de Mena para que entrara Luz Lorenzo, los aplausos
de la gente contrastaban con las descalificaciones del trío. Yo dudaba del
cambio, pensé que no era el jugador a salir pero los técnicos estaban abajo y
no una fila sobre la mía, aunque ellos pensaban igual que yo. Por un momento,
imaginé que no íbamos a sacar la llave, no era una cuestión sencilla llegar al
arco y cuando llegábamos, todo terminaba en “levántela hijuexuta”.
Aunque tampoco veía claro al equipo rival. Lo veía agotado física y en
ideas. Me parecía un digno rival que no lograría la hazaña de hacer 2 goles,
pero igual ya no estaba tan confiado como antes del encuentro. Justo en mitad
de cancha cuando el balón buscaba dueño, el rebote va al terreno aragüeño y
mientras Luz Lorenzo forcejeaba con el central, yo pensaba que el árbitro decretaría
falta, pero antes de que se le ocurriera sancionar una falta, Luz Lorenzo, levanta
ese balón y la mete al arco.
Mientras todos celebrábamos, yo trataba de calcular la distancia del
disparo, el ángulo de la pegada, la aceleración, la distancia recorrida y pensé
que sería interesante consultarlo con un físico de la ULA. Quería entender un
poco mas el gol, pero quizás la respuesta mas clara me la dio el erudita, al que algunos
ya tildábamos de bulloso y pavoso, quien gritaba a los cuatro vientos “Viste, tenías
que levantarlo, hijuexuta”.
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