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jueves, 4 de agosto de 2016

En la escuela, la monarquía o en la cancha

                                                                                                                  Para: Jairo

Llego a mi casa luego del juego de Estudiantes, mi esposa me dice que mamá me había llamado por teléfono, inmediatamente pensé lo peor, se murió Jairo, un amigo de la infancia que un día antes había visitado en el Hospital Universitario y quien luchaba por su vida desde aquel penoso diciembre en que le avisaron que la vida le había puesto un obstáculo. Inmediatamente tomo el teléfono y mis presunciones se transformaron en certeza. Pensé en la noche anterior, en que frente a su mamá derramé un par de lágrimas, quizás con vergüenza porque la fortaleza de la señora Digna, similar al del corazón de un roble me sacudió y me gritó ¡no llores!. Mientras manejaba entre mi casa y el hospital, le comencé a contar a mi esposa algunas anécdotas que viví con Jairo, un chamito a quien le lucía la viveza. Le gustaba exagerar y a veces la mentira era notable. En la infancia era muy salta talanqueras, hoy jugaba para mi equipo y mañana se ponía la otra camiseta y sacaba la piedra. Pero al final de la clase, nos buscábamos para irnos juntos a casa, porque vivíamos en La Placita, éramos vecinos, tanto así que el solar de mi casa colindaba con el solar donde él vivía. Saltaba la pared y matábamos el aburrimiento con sólo mirar la tierra.

Una vez recuerdo que se armó una discusión entre nosotros, juegos de niños, creo que alcanzábamos los 5 o 6 años. Parte de las peleas se transformaban en colocarle la letra A, a la terminación del nombre del niño. Con eso fulminábamos la moral de cualquiera. Yo le decía Jaira y eso creo que lo enardecía porque le cambiaba el género a mi nombre, con eso era suficiente insulto. Pero en los últimos episodios, la discusión pasaba por recordarme que mi mamá era la maestra, y no había nada más chocante que eso, porque era como decirme que no podía cuidarme sólo, que necesitaba ayuda de mi madre, y a esa edad, entre tanto “bullying” eso era un arma mortal. Mi mamá  efectivamente era la maestra de primer grado y eso además de representar paternalismo era una mezcla de privilegio amenazante porque cualquier cosa que hacías en la escuela,  la información llegaba más rápido que los actuales mensajes de texto. Eso lo sabían utilizar bien algunos amigos, pero mi camino a la casa, siempre era con Jairo.

Los reinados en un principio, traspasaban su trono al mejor guerrero del reinado para garantizar fortaleza, soberanía, era una especie de premio a quien dejaba el sudor y la sangre expuesta ante los monarcas y  plebeyos. Los reyes, ante la atrocidad de que su sangre iba desapareciendo de las monarquías, optaron dar en herencia el trono y con ellos garantizar privilegios a sus futuras generaciones. No entendieron por que generalmente sus hijos, con estudios, entrenamientos, instrucciones directas de los maestros del reinado no podían llegar a la élite de esta manera. Algunos lo atribuían a maldiciones como la del Diamente Hope o la de Los Reyes Malditos, a quienes le auguraron que tal mala suerte duraría hasta su treceava generación, por lo que ninguno de sus tres hijos duró en el trono.   Otros se lo atribuían a la gran presión monárquica que representaba ser hijo de la realeza y estar siendo colocado constantemente a prueba ante las altas exigencias del rey y otras autoridades. Vaya que los entiendo. Si a mi me costaba mantener la compostura en la escuela ante las posibles reprimendas de mi madre delante de cualquier miembro de la escuela, me imagino que para cualquier hijo de monarca representaría una tarea con la vara alta. No me podía imaginar que me regañaran delante de los otros niños, quienes obviamente usarían la burla de tal situación para minimizar mis capacidades en la próxima pelea.


Así como en la escuela, en las monarquías, en la cancha, pasan situaciones que nos desencajan mas a unos que a otros. El fútbol tiene muchos padrinos, entre ellos, representantes, dirigentes, Cuerpo Técnico, jugadores o fanáticos que hacen su esfuerzo para que un jugador entre en un equipo o a un juego. Esto, independientemente del rendimiento del jugador, es una tarea doble para él mismo, porque debe rendir el nivel que sus padrinos quieren, pero además de eso, de lo que sus detractores no esperan de él. Casos como dirigente – hijo, técnico-hijo la hemos visto en Estudiantes de Mérida, y vaya que es complicado. Preguntémosle a Linder García cuando entraba a la cancha siendo su mamá presidente y las rechiflas que metía la gente  o al mismo Gustavo Páez, quien además de cargar con el siempre controversial apellido, de ser  la figura ofensiva del equipo en el último año, de venir por pedimento del DT, de ser hijo del mismo, no pudo aportar aquel día de la rechifla, aquel día de despedida para su padre Raymond, con mas de aquello que Eduardo Galeano llamó como: “el orgasmo del fútbol, el gol”, especialmente en casa. 

Pero, cuando mi mamá se fue de la escuela, la maestra Hilda decía que mi mamá hacía mucha falta, pero desde ese año de su jubilación, me relajé, saque algunos ceros y pude colocar mi primera fotico de una niña en mi cartera......que vengan mas goles...


Estudiantes de Mérida 2-1 Deportivo JBL del Zulia
Estudiantes de Mérida (2): Armando Araque; Omar Labrador (Mario Mosquera 77’), Leonel Vielma, Juan Muriel, Marlon Bastardo, Wislintos Rentería (Luis Barrios 68’), Engelberth Briceño; Winston Azuaje, Jhoan Arenas, Víctor González* (Jesús Vargas* 58’) y Gustavo Páez. DT: Ruberth Morán
Suplentes sin jugar: José Mendoza, Richard Lobo, Oscar Guillén y Jorge Ruíz.
Dvo JBL del Zulia (1): Johel Semidey; Johandrys Herrera, Jericson Lugo, Ángel Agnello, Anthony Guanipa; Aarón Martínez*, José Martínez (Thomas Barboza 78’), Jhon González, Joan Landaeta, Jhony Rodríguez Gaviria (Eduardo Rodríguez 76’) y Oscar Núñez (René Alarcón 60’). DT: Frank Flores.
Suplentes sin jugar: Yoger Requena, Wilson Querales*, Andrés Aristizabal y Francisco Domingo.
Goles: Leonel Vielma 13’P y Gustavo Páez 75’ (EST) Joan Landaeta 44’ (JBL)
Amonestados: Alejandro Araque 73’ (EST) Jhony Rodríguez Gaviria 25’ Jericson Lugo 45+1’ René Alarcón 70’ Jhon González 80’ y Anthony Guanipa 90+4’ (JBL)
Estadio: Metropolitano de Mérida
Asistencia: 2.665 personas




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