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miércoles, 9 de marzo de 2016

La Culpa es de la Vaca



Todos sabemos como ganaba aquí los campeonatos el Portuguesa" comentaba hace algunos años por la radio un directivo de Estudiantes de Mérida, luego de uno de esos juegos donde el arbitraje no sólo se ponía en tela de juicio sino que la tela tapaba el caradurismo del arbitraje que era abismal la parcialidad, donde no era un arbitro quien dirigía, sino un jugador del otro equipo vestido en esa época de negro.

Fue una de las primeras cosa que escuché. Luego al entrar en el medio periodístico con el semanario Planeta Deportivo, me sentaba con personas con amplio recorrido no sólo en el fútbol sino en el pasillo, en los camerinos y hasta en la mesas donde se negociaban los contratos. Escuchaba cosas que jamás uno como aficionado se entera y que no se divulgan por un código de ética o a veces hasta de vergüenza.

En el  libro La Culpa es de la Vaca, el autor Jaime Lopera reúne anécdotas, fábulas y parábolas de diversa procedencia que giran en torno a un punto común: la necesidad del cambio en las personas. En resumen el libro detalla como un gran maestro, mata clandestinamente la vaca, que es  la única fuente de ingreso de una familia pobre, lo que provoca un cambio general en los integrantes de la misma cuya necesidad de cambio y búsqueda de ingresos la lleva a descubrir su potencial y se transforma en una familia acaudalada.

Una vez me reúno con gente ligada al fútbol, de esos que tienen mas anécdotas que canas, entre ellos gente muy selectiva de los medios, de las canchas, de las mesa directivas, y en medio de un café empiezan esos cuentos, que cuando abres la boca para sorprenderte, empiezas a escuchar otro que demanda el mismo nivel de sorpresa y hasta risa.

“Te acuerdas del árbitro XXXXX, si ese mismo que llegaba a Acarigua dos días antes y los directivos del Portuguesa lo metían en un buen hotel y cuando mandaba la ficha del partido la mandaba con el resultado al revés”. Cosas por el estilo, que me recordó aquella declaración del directivo académico luego de un nefasto arbitraje en un juego entre Estudiantes de Mérida contra el desaparecido Nacional Táchira en el Soto Rosa en horas de la noche.

Y me dicen claro chamo, aquí los árbitros ayudaban mucho al actual Pentacampeón Portuguesa. Una vez llegó un arbitro y vio el último entrenamiento del Portuguesa previo a un partido profesional y dijo “Para que entrenan si ya ganaron”. No es que digamos que el equipo llanero vivía de los árbitros pero si que el poderío económico del equipo lograba contratar jugadores de calidad, pero una ayudita del “Hombre de Negro” quizás de allí la expresión “La mano negra”, no estaría demás.

El poder de Portuguesa fue tal, que hasta la fecha han sido los que han pagado la trasferencia mas alta en Dólares dentro del fútbol nacional por un futbolista venezolano, la suma de $250.000,00 por el merideño Richard Páez. En el momento de alta rivalidad entre Portuguesa y Estudiantes.

Una de esas ayuditas que tenían los del “Penta” fue que para un juego entre Portuguesa y los andinos, la ficha del juego previo, fue modificada y alterada de tal manera que algún jugador de merideño no pudo disputar ese juego a pesar de que había entrenado y viajado con el equipo. En esa época y hasta finales de los 90, las fichas oficiales se veían horas antes del juego o había que llamar a la Liga para enterarse de las amonestaciones. Pero al parecer esa información  no se recibió en los predios del equipo merideño, el cual tuvo que jugar siguiendo las normativas y la anécdota no me refleja ni año, ni resultado. Luego del juego y tomando en cuenta las “buenas condiciones” de aquel autobús que hoy pasea entre San Jacinto y Mérida, se dispusieron a viajar a la ciudad de Mérida.

Uno de esos jugadores afectados por la imprevista sanción, con la “adrenalina” retenida de jugar un “clásico”, de no poder jugar ante aquel jugador que en el partido pasado le había sembrado venganza, venía caliente mentalmente, tal vez aupado por el resultado. Al comenzar a subir las montañas andinas el frío, la hora  y el cansancio comenzó a hacer mella en la plantilla, sobretodo aquella que había disputado el encuentro. Pero ese jugador que no pudo sudar la camiseta ese día en la cancha, le pidió al chofer que abriera la puerta del autobús, que estaba caliente que tenía calor y que todos estaban dormidos, que nadie le paraba pelotas en el bus.

El Chofer, siguiendo las instrucciones del jugador abre la puerta delantera del autobús y ve como el deportista empieza a  disfrutar de la iluminación que refleja la luna en pleno páramo merideño a media noche, como se manifiesta la luna en las montañas, en los frailejones, creo que para esa época aún no había ocurrido el ecocidio de los  pinos trasplantados, así que era el páramo natural en su conjunto para el sólo, pues el resto a excepción del chofer y él, dormían.

Esa carretera en los años 70 y mas aún pasada la media noche era poco transitada. Las costumbres de la zona era la de pastorear las vacas en los lados de la carretera quizás porque era mas fácil mudarlas para alimentarlas en otro lugar. Repentinamente una vaca apareció en medio de la noche frente al bus que transportaba a Estudiantes de Mérida, el chofer usando su pericia logró esquivar por centímetros el animal y la vaca pasó justo por el lado derecho de la unidad. El jugador que venía justo en la puerta, tal vez rezó para que la vaca terminara de atravesar el frente del bus y cuando vio que el bus avanzaba sin golpearla se la encontró de frente, pero su reacción no fue la de comentarle al chofer la peligrosa experiencia y hasta felicitarlo sino la de descargar su furia, su adrenalina retenida, su rabia contenida de no poder vengarse de aquel que le puso el pie hinchado en el duelo anterior, golpeando con su pie derecho al pesado animal, ese mismo que hubiese sido capaz de destrozar el frente del autobús y dañar el motor si el chofer no hubiese tenido la habilidad de esquivarlo.

La adrenalina se transformó en dolor, el dolor en gritos, los gritos en el despertar del resto de la plantilla y la plantilla quedó ausente de tan valiosa pieza por unos cuantos meses.

Portuguesa vino a Mérida y se lleva un triunfo, ese mismo que ellos tal vez ni lo pensaban y que nosotros los seguidores de Estudiantes lo contábamos como 3 puntos. Algunos culpan a Manuel, otros a Raymond, a Gustavo al sistema. Tal vez la Culpa es de la Vaca, esa que no permite que el equipo crezca y que siga viviendo de la historia y de las mecenas. 

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Ficha del juego  Miércoles 2-3-2016

 Estudiantes de Mérida 1-2 Portuguesa FC – Domingo 6.3.2016
Estudiantes de Mérida (1):
Alejandro Araque; Omar Labrador; Marlon Bastardo, Manuel Rodríguez, Wislintos Rentería, Gustavo Páez, Mario Mosquera (Norman Cabrera 64’), Jorge Ruíz (Héctor Acosta 72’), Andrés Rouga, Winston Azuaje (Rodrigo Morales 50’) y Wilson Guerrero*. DT: Raymond Páez.
 
Suplentes sin jugar: Miguel Vásquez, Cristhian Rivas*, Richard Lobo y Oscar Guillén.
 
Portuguesa FC (2):
Eduardo Lima; Jhon Ariza, Jorge Luna, Gilber Guerra, Joel Cáceres, Jhon Chacón, Raudy Guerrero, Freddy Vásquez* (Carlos Alfaro 90+1’), Romer Rojas (Daniel Linárez 76’), Andrés Hernández (Erick Sarmiento* 81’) y Luis Martínez. DT: Renato Renauro.

Suplentes sin jugar:
Argenis Márquez, Argel Silva*, Brando Castillo y Darvin Lavado.

Goles:
Jorge Ruíz 19’ (MER) Andrés Hernández 52’ y Romer Rojas 61’ (POR)
 
Amonestados:
Manuel Martínez 24’ Andrés Hernández 60’ Romer Rojas 61’ Gilber Guerra 69’ Jhon Ariza 78’ y Jorge Luna 81’ (POR)
 
Arbitro:
Freddy Briceño (Trujillo)
Asistente 1:
Roberto González (Trujillo)
 
Asistente 2:
William González (Trujillo)
 
4º Árbitro:
José Cecilio Hoyo (Trujillo)
 
Estadio:
Metropolitano en Mérida
 
Asistencia:
2.341 personas
 
Delegado FVF:
César Durán.

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