Seguidores

martes, 16 de febrero de 2016

Carlitos “la garra” y el corazón



¿Vas a seguir con el equipo? le pregunté. 
- “No sé, no he firmado contrato” exclamaba el chico, con ese acento sureño que al escucharlo, se me viene a la mente la garra charrua, porque no fueron solamente aquellos 11 de 1950 encabezados por Varela o Ghiccia, sino otros tantos que hasta mordiendo al contrario o la pelota se hacen sentir en la cancha.

Era una tarde post temporada y aunque Carlitos no conocía mi cercanía o afición al deporte, fue muy abierto al hablar conmigo.

- “Me quiero quedar, vamos a esperar que pasa” dijo para cerra la breve pero eterna conversación.

Hubo en silencio y no quedó mas que agradecerle de mi parte por haber dado todo por el equipo en su primera temporada y es que cuando alguien viene a tu país y le pone corazón, respeto, simpatía por lo nuestro, no queda otra cosa mas que eso, muy diferente a quienes quieren venir con su brillo a opacar lo nuestro.

Me imagino que estaban en una “picadita” como le dicen en el sur, en el restaurante campestre vía páramo, donde seguramente observó en muchas oportunidades el museo  del equipo que ostenta aquel lugar y es muy probable que acompañara el empujoncito a uno de sus chicos en el columpio del parque, con el mirar a tantas imágenes y recuerdos que allí moran.

Seguramente en ese mismo lugar, propiedad de una de las históricas figuras eternas de Estudiantes de Mérida, escuchó las anécdotas de viajar en un bus ochentoso hasta 20 horas y bajarse a jugar un partido de fútbol profesional para traerse una victoria u otras historias de las tantas que de allí se pueden tomar, que le hizo palpar, vivir y sentir al equipo como un merideño mas.

“La Torre” de Castro como lo escuché algunas veces en la radio, era eso, no por su altura sino porque como lo dijo aquel escritor italiano Dante Alighieri “Sé firme como una torre, cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos”. Y es que el “tipo” no se doblegaba, si venía que no alcanzaba al delantero, metía la pierna como sea pero “cómodo no quedaba”. No se doblegaba porque en los tiros de esquina corría a buscar el puntillazo o el cabezazo para alegrar a su hinchada. Esa que celebró sus goles mas recordados ante Carabobo y Táchira.

Por Estudiantes de Mérida, han pasado muchos jugadores extranjeros, algunos buenos, otros que han dejado poco. Algunos agradecidos otros que han demandado sin quitarle la razón. Otros que han pasado por aquí y poco se les recuerda. Unos que llevaron al equipo a cosas grandes, otros que lo ayudaron a enterrar. Algunos se fueron, otros se quedaron. Algunos vinieron en épocas doradas, otros como Carlitos de Castro, siempre vivieron las verdes, pues es innegable que no vino en los mejores momentos del equipo, pero eso si, se quedó, se fue y volvió….

Algo que siempre me llamó la atención es que a pesar de los cambios de directiva, de regular a pésima gestión, es que estas siempre contaron con el uruguayo. ¿Acaso no había otros centrales extranjeros o venezolanos? ¿Estas Juntas Directivas si tomaban de acuerdo el sentimiento de la afición sobre el jugador? o es que su destino estaba destinado a que terminara su carrera en la tierra en que muchos otros charruas han dejado no sólo “la garra” sino también el corazón”.

Me retiré del restaurante con aquella sensación de que quieres seguir hablando de fútbol con gente de fútbol, pero la poca confianza y lo silencioso del jugador no dio para mas, pero me quedó la misma sensación que esa parilla argentina, con el mismo deseo de volverla a comer, Quizás a “la Torre” le quedó la misma, la digirió bien y le quedó esa sensación de querer volver, y volvió y se quedó en el corazón de los merideños…

 Sígueme en Twitter @jesusalfredosp


No hay comentarios:

Publicar un comentario