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miércoles, 10 de julio de 2019

No fue mi intención Sr. Dudamel

No fue mi intención Sr. Dudamel, créame usted que no fue mi intención. Salvo aquella temporada que usted jugó con Estudiantes  de Mérida, siempre fuimos de equipos opuestos. Aunque no siempre, apoyé desde la distancia al “Huila” en su primera experiencia internacional y luego en Independiente Santa Fe, el Deportivo Cali o pare usted de contar, porque fueron muchos, los que usted defendió con heroísmo. “San Dudamel”, así le decían. ¡No era un canonizado! ¡No! Era usted Profe.

Y le aclaro esto, porque cuando salió a jugar en el Huila, su primera experiencia internacional, me pegaba de la radio para escuchar a los narradores colombianos, siempre tan inquisidores con los venezolanos, pero con usted no pudieron, eso inflaba el pecho. Pero no entiendo, por qué usted me bloqueo en twitter. Y le digo algo, le he escrito a cualquier figura pública nacional e internacional, y no me han halagado con el bloqueo, sólo usted.

Empecé a buscar algún tweet en el cual le ofendiera y ni mi memoria ni los registros en San Francisco, California, en donde tiene la sede la red social, detectaron un mensaje vejatorio. Mientras buscaba un twitter recordé cuando hizo un gol de penal en Colombia aunque también recuerdo que posteriormente falló otro con el mismo equipo de Santa Fé, por eso lo criticaron un poco, pero allá era usted era “San Dudamel” y a los santos no se les critica, se les venera como decía la señora Irene, la rezandera de mi cuadra.

En definitiva, no encontré nada fuera de contexto en algún mensaje de twitter, aunque sé que en algún momento nos ponemos intensos y esa pudo haber sido una razón. Mientras buscaba respuestas, empecé a irme muchos tweet antiguos, tan antiguos que ni si quiera usted y yo habíamos creado una cuenta, tan antiguos que ni siquiera se había creado la red social, ni esta ni ninguna otra. La red social éramos un grupo de chamos en una cancha, nadie colocaba “Me Gusta”, ni bloqueábamos digitalmente, ni “RT”, nada de eso. Lo único que colocábamos era la energía y el corazón en la cancha.
Y allí, en esa red social de grama seca, encontré la razón de por qué usted me bloqueo. Lo recuerdo someramente porque entre tantas caimaneras que me tocó disputar, esa particularmente está en mi mente. Básicamente  porque usted era la figura en el estadio Lourdes de Mérida y las 5 canchas que la componen. Y usted, repito,  era la figura porque además estaba recién llegado de aquel mundialito en Caracas, esos torneos sub 15 o sub 16, no recuerdo la edad exacta,  que metía entre 25.000 o 30.000 personas por partido.

Esa tarde, nos tocó disputar un amistoso, una caimanera. Nosotros sin técnico y ustedes con un orientador o entrenador. Cuando se termina el juego, sin importar el resultado, lanzamos 10 tiros desde el punto penal cada equipo porque creo que la idea era que practicaran los porteros, y que en esa caimanera eran los únicos serios de la partida.

En el sorteo a los más pequeños nos tocó como el rey del pesebre, de último. Justo antes de pegarle a la pelota, veo a todos los jugadores en el espacio entre el balón y la portería, rodeándome,  unos aupándome, otros metiéndome miedo y al frente usted. La portería se veía tan grande para mí, pero al mismo tiempo infranqueable con su presencia.

Cuando suena el pito para que iniciara mi turno, yo no miré la portería sino que agacho la cabeza, me enfoco en el balón y en mis pies, que lucían los zapatos de mi hermano mayor de 3 tallas más grande. Arranco con energía y sin mirar al arco le pego al balón. Mi idea no era buscar el ángulo, honestamente mi idea era que no saliera el zapato antes que la pelota, así que fue un golpe fuerte y engarruñando el pie para hacerle presión a la parte delantera del zapato. ¡Epa! no fue un golpe a tres dedos, puedo decir con orgullo que fui yo quien patentó el gol “engarruñao” es decir uniendo los dedos de los pies para hacer un efecto de volumen que hiciera más difícil la eyección del zapato, un invento que creo murió de inmediato porque mi hermano escondió los zapatos.


Escuché el sonido del balón, como si fuera cortando el viento. En ese intermedio de tiempo, los gritos iban y venían. Me envalentono y levanto la cabeza. Veo que el balón lo coloqué por mi costado derecho y también lo veo a usted Sr. Dudamel lanzándose a su izquierda. Cuando la red se comenzó a inflar, los de mi equipo me abrazaron por el último gol que caía con una gran ayuda de la gravedad y usted quedó tendido en el piso mirando al entrenador. Ese día, en esa red social, la de la cancha con el césped quemado y llena de huecos y piedras, me gané muchos “Me gusta” y “RT” con los abrazos de mis compañeros, pero al mismo tiempo me gané su gran “Bloqueo” que perdura en las redes sociales de hoy. Levántese, me disculpa  y me desbloquea por favor que esa no fue mi intensión. 

@jesusalfredosp

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