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martes, 27 de febrero de 2018

El juicio de Emilio Mola (La Quinta Columna)

Emilio Mola fue un jugador de fútbol que una vez se envalentonó al mejor estilo Varela en el mundial de 1930, para gritarle a los directivos de la Asociación Uruguaya de fútbol que ellos no iban  a jugar suavecito, que ellos se iban a matar en la cancha para ganarle a Brasil. En esa oportunidad el directivo uruguayo no lo tomó en serio y Varela al ver su actitud conformista lo agarró por el cuello, lo levantó y allí se inspiró el maracanazo de 1950.

Emilio Mola tal vez delantero, y por su apellido europeo, uno lo imagina alto (cabeceador), fuerte (rematador), corpulento (fácil para ganar un cuerpo a cuerpo) no era más que un militar. ¿Y qué carajo tiene ese que ver? coño, les digo que mucho. El tal Mola nos hubiese agarrado a todos aquellos que con camiseta, carnet y todo lo que nos identifique con Estudiantes de Mérida y nos juzga, nos pone a dudar de nuestra simpatía y quehacer por el equipo.

Y es porque esta historia no salió después del juego de Estudiantes de Mérida ante Mineros de guayana, sino años atrás, 1936 para ser exactos, cuando en plena Guerra Civil Española el mencionado Mola, un general sublevado,  no dudo en mencionar que dentro de las filas de los supuestos aliados habían figuras que desean a toda costa destruir, amañar, empañar el avance de las tropas leales, que hasta ese momento se habían organizado en 4 columnas, para conformar lo que denominó la Quinta Columna.

Por eso Mola cobra un espacio clave en este momento. Y no es porque yo lo haya descubierto hoy, sino que el tipo desde hace años nos está diciendo que en Estudiantes y en muchos equipos de futbol hay una quinta columna. Por ejemplo, justo después del gol de Monagas en aquella noche en el metropolitano que nos truncó la posibilidad de acceder a la semifinal del torneo, unos 6 o 10 hinchas perdieron la razón e invadieron la cancha. Allí Mola, como buen comunicador que fue, nos hubiese dicho dónde están las tropas leales? Miren que aquí hay una quinta columna que nos está jodiendo el espectáculo. Y no era que Mola era un erudito para darse cuenta, de hecho cuando comenzó ese chaparrón de desastre en varias tribunas, un aficionado de los que van seguramente en juegos claves, se disponía a arrancar una de las sillas. Yo desde la distancia le llamé la atención, el chamo me mira y como que se relaja. Pero uno que estaba a mi lado dice. Pana aquí lo que se viene es una sanción.

Luego del juego, mas allá de hablar del partido, se habló de las posibles sanciones, de un sinfín de elementos extradeportivos que alimentaron nuestra esperanza de que saliéramos ilesos, como efectivamente ocurrió meses después. Cada quien tenía sus fuentes y cada una decía algo diferente. Dos juegos de local a puerta cerrada, todo el torneo bajo la misma modalidad, cualquier cosa era creíble en ese momento y finalmente la FVF nos dio tres juegos de suspensión, pero con anticipación sabíamos que algún castigo nos iba a ocurrir.

Durante el primer juego de sanción entre Estudiantes y Aragua me acordé de Mola, ¿otra vez?, claro, si jugamos en una cancha en regular estado, a una hora ideal para el visitante, en una plaza como Acarigua mas cercana para los aragüeños que para los merideños, es decir aparecieron los de la quinta columna, los que debían haber sabido con meses de anticipación que tendríamos una posible sanción o al menos unas semanas para saber que bajo esas condiciones tendríamos muchas posibilidades de perder la localía por los factores anteriormente enumerados. Y no fue por el empate de ese día, no, sino que los mismos jugadores lo dijeron, es mas el cuerpo técnico dijo que había que buscar otra plaza para el próximo juego. Y me pregunté ¿Pero quién puso la sede, los locales o los visitantes? ¿Quién estableció la hora? ¿Quién realmente fue local?


Una vez cumplido el segundo juego de local, pero de visitante, con otro empate ante Mineros de Guayana, no sé si buscar en las memorias de Emilio Mola el posible final de la quinta columna de la época, pero sé que décadas después aún la recordamos en los libros de historia universal. La quinta columna de  Estudiantes de Mérida no está en Madrid, sino podría estar en algunos aficionados, directivos, jugadores, comunicadores, o tal vez en nuestro inconsciente, que no creemos que nos merezcamos nuevamente ser los quintos de América.

@jesusalfredosp

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